“Actúa siempre con toda justicia” (Dt 16,18)1
Queridos diocesanos:
Si siempre debemos orar por la unidad de los cristianos, de manera especial hemos de hacerlo en el Octavario de oración que se celebra tradicionalmente desde el 18 al 25 de enero.
Hemos celebrado recientemente los 25 años de “Fe y Constitución” en Santiago de Compostela (1993-2018). Próximos ya al Año Santo Compostelano, en pleno camino de renovación diocesana sinodal, miramos más allá de los límites de nuestra Iglesia Católica, con nuestros hermanos cristianos no católicos, teniendo como referencia el texto bíblico de Deuteronomio: “Actúa siempre con toda justicia, para que vivas y poseas la tierra que el Señor tu Dios te da.”
La importante reunión ecuménica en nuestra Diócesis inauguraba una nueva etapa del ecumenismo como “peregrinos” hacia el Reino de Dios, avanzando en una mejor vivencia del Evangelio por parte de cada Iglesia. Unirnos más con Cristo y a Cristo nos ayudará a estar más cerca unos de otros. El Ecumenismo y la Unidad son expresión de nuestra fidelidad a Cristo, de nuestra autenticidad como Iglesia.
El ecumenismo como peregrinación
Nos resulta fácil entender la metáfora sobre el ecumenismo como una peregrinación común por el Camino de la Unidad, aunque a veces este camino esté difuminado. En Santiago lo percibimos en el alcance ecuménico de la peregrinación, y en el contacto cada vez mayor que, incluso en nuestras pequeñas comunidades rurales, tenemos con aquel que es confesionalmente distinto a nosotros, y que hemos de acogerlo y entenderlo. El Deuteronomio muestra al hombre peregrino guiado por Dios hasta la Tierra Prometida. Aquí se enraízan sus fiestas religiosas, su fe en Dios, su fraternidad espiritual y material, pero también la justicia social, la caridad, el respeto al otro y al medio ambiente, tan presentes en la propuesta de oración por la unidad en este año. Es una preocupación del Papa manifestada en su magisterio desde Evangelii Gaudium a la Laudato Si, uniéndose al sentir común de otras iglesias cristianas, ortodoxas, reformadas, evangélicas.
Los cristianos de Indonesia como referencia
Este año son católicos, protestantes y otros cristianos de Indonesia quienes proponen los textos bíblicos y las reflexiones para esta Semana de oración. Parece que viene de lejos la propuesta y sin embargo día a día, en nuestro Instituto Teológico, percibimos la cercanía de alumnos, religiosos y sacerdotes, de esas u otras tierras lejanas. También entre los peregrinos, colaboradores de nuestra diócesis o incluso nuevas vocaciones, tenemos representado un mundo con sus dificultades para vivir la fe y la caridad, por la persecución religiosa, por las desigualdades sociales, por la violencia o las carencias. Si estamos divididos, nuestra fe y caridad son débiles: ¿qué Cristo predicamos así a los no creyentes? Unidos compartimos el “martirio” del testimonio entre los que nos rechazan, a veces incluso inculpándonos en la misma injusticia o desprecio que también sufren ellos. Y lo que antes asociábamos a lejanas tierras, lo tenemos cerca en los inmigrantes afectados por los problemas económicos, sociales y la falta de respeto y tolerancia religiosos. Es más necesario que nunca confiar juntos en Dios que como peregrinos nos permite asentarnos para compartir, y orar juntos, como esta semana, y expresar esa fe y esperanza en un compromiso de caridad, “actuando siempre con toda justicia.”
El camino del diálogo
La evangelización también implica un camino de diálogo para cumplir un servicio a favor del pleno desarrollo del ser humano y procurar el bien común: el diálogo con los Estados, con la sociedad –que incluye el diálogo con las culturas y con las ciencias– y con otros creyentes que no forman parte de la Iglesia católica2. Ciertamente afirma el Papa que “la credibilidad del anuncio cristiano sería mucho mayor si los cristianos superaran sus divisiones y la Iglesia realizara la plenitud de catolicidad que le es propia, en aquellos hijos que, incorporados a ella ciertamente por el Bautismo, están, sin embargo, separados de su plena comunión. Tenemos que recordar siempre que somos peregrinos, y peregrinamos juntos. Para eso hay que confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin desconfianzas, y mirar ante todo lo que buscamos: la paz en el rostro del único Dios. Confiarse al otro es algo artesanal, la paz es artesanal. Jesús nos dijo: ¡Felices los que trabajan por la paz! (Mt 5,9)”3. Es mucho lo que podemos hacer en común los cristianos de las diversas confesiones, buscando nuevos caminos de unidad y dinamizando esta preocupación en nuestras parroquias y comunidades, como Iglesia. Nos ayudarán en este propósito los documentos del Concilio Vaticano II y las orientaciones de nuestro último Sínodo.
Exhortación final
Entre tanto, en medio de tantas lamentaciones que llevamos dentro por nuestros incumplimientos en relación a nuestros hermanos, es justo que pensemos que llegará el momento en que nos reuniremos como hermanos reconciliados. Perseveremos en la oración por la unidad, atentos a las llamadas del Señor y convencidos de su providencia: “Guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado; los llevaste con tu poder hasta tu santa morada” (Ex 15, 13).
Os saluda con afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela
1 Traducción Interconfesional de la Biblia.
2 Cf. FRANCISCO, Evangelii gaudium, 238.
3 FRANCISCO, Evangelii gaudium, 244.