Excelencia Reverendísima Mons. Julián Barrio Barrio, Arzobispo de esta Archidiócesis Compostelana,
Eminentísimo Señor Cardenal,
Excelentísimos señores Arzobispos y Obispos,
Queridos Sacerdotes concelebrantes,
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Como representante del Santo Padre en España, deseo saludar con todo afecto a los presentes: señores arzobispos, obispos, sacerdotes concelebrantes, a las excelentísimas autoridades, a los religiosos, religiosas y a los fieles laicos.
Soy consciente de que se trata en esta ocasión de una presencia representativa, dados los límites que pide la situación sanitaria. Por tanto, también mi saludo, en nombre del Santo Padre, quiere llegar, no solo a los presentes, sino a través de los medios de comunicación, a cuantos siguen la celebración, saludo que se hace sensible a cuantos sufren a causa de la pandemia.
Particularmente quiero hacer llegar mi viva congratulación al Sr. Arzobispo y al nuevo Obispo Auxiliar.
El Santo Padre, como expresa en su Bula, teniendo en cuenta el bien de las almas, ha querido proporcionar paternalmente a Vuestra Excelencia, Sr. Arzobispo, la colaboración de un Obispo Auxiliar en vista de la justa y celosa solicitud que le ha presentado. Su Santidad, seguro de proporcionarle un apoyo en el gobierno de esta Archidiócesis, rica por su historia y los frutos espirituales que ha dado a la Iglesia hasta hoy, ha nombrado a Mons. Francisco José Prieto Fernández, apreciando en él las valoradas cualidades de preparación y veraz cercanía a los sacerdotes y a los fieles. Que sea muy enhorabuena, Sr. Arzobispo. Mi más cordial felicitación y augurios de una muy provechosa colaboración.
Querido Mons. Francisco José Prieto Fernández, al felicitarle en estos emotivos momentos, le expreso mis mejores deseos en el ejercicio del ministerio episcopal, exhortándole a una colaboración “en unidad de propósitos y en armonía de empeño” (Apostolorum successores, 70) con el Sr. Arzobispo, prestándole gustoso una ayuda, no sólo sincera y leal, sino también creativa y eficaz. En el marco del presente Año Jubilar Compostelano, año de dispensación del perdón, se reconoce en el secular Camino, que trae a los pies del Apóstol Santiago, que, ciertamente, como ya ha manifestado usted en una de sus entrevistas, hay “algo permanente en la humanidad”. En cada momento histórico se manifiesta la labilidad del ser humano. Pero también hay un ofrecimiento constante, el Amor misericordioso que de Dios desciende, y que triunfa en la Pascua. Sea éste el gesto y la palabra oportuna en su ministerio episcopal presidido por el lema que ha escogido Sequi Salvatorem participare est salutem, (“Seguir al Salvador es participar de la salvación”). Sí. Dios, bondad y misericordia, es pura gratuidad y donación, y se dirige a los hombres como amigos, movido por amor. Con ese Amor invite siempre al camino en el seguimiento de Cristo, y logre conjuntar esfuerzos sin dejarse aplastar por el peso de la prueba de cada día, sabiendo humildemente que, ciertamente, “nadie se salva solo” (cf. Fratelli tutti 54-55).
Le aseguro mi oración por intercesión de la Santísima Virgen María y del Apóstol Santiago. Que Ella, que padeció con su Hijo permaneciendo en pie junto a la Cruz, apoye sus ya manifestados propósitos, aumente en usted los sentimientos de amor y entrañas de misericordia, y, como Madre, le ayude a comprender que la alegría del don va unida a la cruz, por cuyo misterio nuestra vida, entregada a la llamada de su Hijo, nos hace ser cada día más fecundos en el servicio al Pueblo santo de Dios.
Feliz Pascua y que el Señor les bendiga a todos.