El 31 de diciembre, a las 16.30 h., comenzaba en la SAMI Catedral de Santiago de Compostela la ceremonia del Solemne Cierre de la Puerta Santa, al finalizar el Año Santo Jubilar Compostelano 2021-2022, que había sido precedida por un repique manual de las campanas de la Catedral, a cargo de la Asociación Cultural Campaneiros de Galicia.
Antes de la celebración, habían ocupado sus sitios las autoridades presididas por el Presidente de la Xunta de Galicia, que actuaba como Delegado de S. M. el Rey Felipe VI. Entre las autoridades se encontraban el Presidente del Parlamento de Galicia, el Delegado del Gobierno en Galicia, el Alcalde de Santiago de Compostela y el General Jefe del Mando de Apoyo a la Maniobra, representante de las Fuerzas Armadas en Galicia, conselleiros de la Xunta de Galicia, concejales del Concello de Santiago, rectores de las Universidades de Santiago y Coruña, miembros de las Fuerzas Armadas, Guardia Civil, Policía Nacional y Policía Local de Santiago.
El Sr. Arzobispo presidió el acto de Cierre y la posterior Eucaristía. Concelebraron con él, el Sr. Cardenal Arzobispo emérito de Madrid, el Nuncio de Su Santidad en España; el Sr. Arzobispo emérito de Tánger, los Sres. Obispos de Tui-Vigo, Lugo. Ourense y Auxiliar de Santiago de Compostela, miembros del Cabildo Metropolitano y sacerdotes, tanto diocesanos como de otras diócesis gallegas, y religiosos.
Después del Rito inicial, el Nuncio de su Santidad en España, Mons. Bernardito Auza, dio lectura al mensaje que el Papa Francisco había enviado al Sr. Arzobispo.
A continuación, en procesión, el Sr. Arzobispo y las principales autoridades se dirigieron hasta la plaza de la Quintana, saliendo por la Puerta de Platerías, para entrar por la Puerta Santa. Debido a la lluvia incesante que caía en ese momento, el resto de la comitiva litúrgica esperó dentro la Catedral. El Sr. Arzobispo, tras orar de rodillas en la Puerta Santa, procedió a cerrarla.
Acto seguido, el Sr. Arzobispo presidió la Eucaristía en honor de santa María, Madre de Dios. La Eucaristía finalizó con el abrazo emocionado del Sr. Arzobispo a la imagen pétrea del Apóstol Santiago que preside altar de la Catedral, que no había recibido ningún abrazo durante la celebración del Año Santo debido a las restricciones de la pandemia.
Durante la ceremonia se interpretaron diferentes piezas del compositor gallego Juan Durán (Premio da Cultura Galega 2013 y Premio Reina Sofía de Composición 2018), encargadas con motivo de la celebración del Año Santo.
Mensaje del Papa Francisco en la clausura del Año Santo Compostelano 2021-2022
A Su Excelencia
Mons. Julián BARRIO BARRIO
Arzobispo de Santiago de Compostela
Querido hermano:
Con motivo de la clausura del Año Santo Compostelano 2021-2022, te pido, por favor, que hagas llegar mi saludo a todos los pastores y fieles que participan en esa celebración y a cuantos se unen espiritualmente a este acontecimiento de gracia.
En la Carta que les envié con ocasión de la apertura del Jubileo, compartí con ustedes algunas reflexiones en torno al lema elegido: “Sal de tu tierra”. Ahora, al cerrar la Puerta Santa, quisiera que nos centremos en otra de las expresiones que los convocó durante este tiempo: “Santiago te espera”. Durante este bienio jubilar -años que, como sabemos, no han sido nada fáciles a nivel mundial- se presentaron muchas oportunidades para ponerse en camino, para salir de uno mismo e ir al encuentro de Dios y de los demás.
Sin dejar de hacer este ejercicio cotidiano que consiste en salir del “yo” para construir el “nosotros”, para edificar la Iglesia y la gran familia humana en clave de fraternidad, me gustaría que pongamos la mirada especialmente en la meta. ¿Hacia dónde vamos? ¿Quién nos espera? Los peregrinos que se dirigen a Santiago aprovechan cada etapa del camino para reflexionar y buscar el sentido de la propia existencia. Es un tiempo privilegiado para estar con uno mismo y compartir también las búsquedas e inquietudes de otras personas que van a nuestro lado, mientras avanzamos hacia el destino final.
También nosotros, ahora que concluye el Año Santo Compostelano, podríamos preguntarnos, ¿cuál es nuestra meta final?, ¿hacia dónde seguimos peregrinando? En esa Catedral nos espera Santiago, y él -como todos los santos- nos señala a Jesucristo, “origen, guía y meta del universo” (cf. Rm 11,36), “el Alfa y la Omega, el principio y el fin” (Ap 21,6). Él es también el Camino y el Peregrino que nos espera al finalizar la jornada, especialmente cuando estamos tristes y desalentados, para hacer arder nuestros corazones con su Palabra y partir con nosotros el pan (cf. Jn 14,6; Lc 24,13-35).
Por tanto, fortalecidos nuestros corazones con tantas gracias recibidas durante este tiempo jubilar, sigamos caminando hacia Jesús, buscándolo allí donde Él mismo nos indica su presencia. No dejemos de ir sobre todo a las periferias existenciales, al encuentro de los más pequeños y olvidados de la sociedad, donde encontraremos al Señor en el rostro de los pobres, los migrantes, los enfermos, los presos; en esos hermanos y hermanas más vulnerables Él nos espera de un modo especial (cf. Mt 25,34-40). Hagámoslo juntos, como comunidad siempre en camino, abierta a las novedades de Dios. Y los invito a caminar con esperanza. “La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna” (Carta enc. Fratelli tutti, 55).
Querido hermano. que Jesús te bendiga, que bendiga a todos los “seguidores del Camino” (cf Jn 14,6; Hch 22,4), y que la Virgen Santa los cuide y acompañe. Y, por favor, no te olvides de rezar y pedir que recen por mí.
Fraternalmente,
Francisco
Roma, San Juan de Letrán, 31 de diciembre de 2022
Homilía del Sr. Arzobispo en la Misa de Clausura del Año Santo Compostelano 2012-2022
Excmo. Sr. Delegado Regio
Sr. Cardenal, Sr. Nuncio y Sres. Obispos
Miembros del Cabildo Metropolitano
Autoridades
Sacerdotes, Diáconos. Religiosos y Laicos
Archicofradía del Apóstol Santiago
Radioyentes y Televidentes
Mi recuerdo afectuoso a todos los peregrinos.
Al clausurar este Año Santo, no debemos callar cuando hemos sido testigos de la misericordia de Dios, reconociendo que “el cristianismo es gracia, es la sorpresa de un Dios que satisfecho no sólo con la creación del mundo y del hombre, se ha puesto al lado de su criatura”1. El Año Santo Compostelano a lo largo de la historia ha ido conformando muchos de los aspectos de la cultura, contribuyendo a ampliar la visión moral y suscitando cuestiones de interés existencial que van más allá de los planteamientos éticos, sin ocultar miedos e insatisfacciones. Niños, jóvenes, adultos y mayores con el Apóstol Santiago se han acercado al Señor para hablar con El en la celda interior de su alma. A todos les tenemos presentes en esta Eucaristía conscientes de que este Año Santo ha ayudado a purificar la fe, revitalizar la religiosidad y renovar la vida cristiana. Han llegado numerosos peregrinos a pesar de las consecuencias de la pandemia y de las guerras en Ucrania y otros lugares del mundo. La Iglesia compostelana les ha animado a ser testigos del amor de Dios para que su vida brille por la verdad que hace libres y la caridad que resplandece en la bondad y en la compasión. Así con María, Madre de Dios, proclamamos la grandeza del Señor, alegrándonos en Dios nuestro Salvador en la Iglesia que “es ese abrazo de Dios en el que los hombres aprenden también a abrazar a sus hermanos, descubriendo en ellos la imagen y semejanza divina, que constituye la verdad más profunda de su ser, y que es origen de la genuina libertad”2.
¡A Ti, oh Dios, te alabamos! Cuántos peregrinos han llegado con las partituras de sus vidas incompletas unas, con notas disonantes otras, pero después todas armoniosamente interpretadas en la clave de la gracia divina pues la fidelidad y la misericordia de Dios duran por siempre. “La mirada de Dios no es como la mirada del hombre. El hombre ve las apariencias, pero el Señor ve el corazón” (1 Sam 16,7). “Nuestros únicos méritos son la misericordia del Señor. No seremos pobres en méritos, mientras él no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia de Dios es mucha, muchos son también nuestros méritos” (San Bernardo de Claraval), diciendo con San Agustín: “Tan grande es la condescendencia de Dios para con nosotros que ha querido que constituyan mérito nuestro incluso sus mismos dones”.
¡A Ti, Señor, te confesamos! “Tú, Cristo, eres el Rey de la gloria, el Hijo del Padre eterno, que para liberar al hombre aceptaste la condición humana y no te horrorizaste del seno de la Virgen María”, manifestamos en la Navidad. El Apóstol Santiago ha sido luminosa referencia para los peregrinos que han salido de su tierra porque él les esperaba para recordarles el fruto de la herencia espiritual, intelectual y moral del catolicismo3 y que “nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos al Señor Jesucristo que transformará nuestro humilde cuerpo conforme a su cuerpo glorioso en virtud del poder que tiene de someter a si todas las cosas” (Fil 3, 20-21). La Iglesia compostelana, deudora del don recibido, ha salido al encuentro para ofrecer el don de Dios como hizo Jesús con la samaritana.
¡A Ti, Señor, te damos gracias! ¡Seamos agradecidos en todo!” (Col 3, 15). Agradecemos a Dios haber llegado a esta meta, caminando “de comienzo en comienzo, por comienzos siempre nuevos”. En medio de la noche la sed de Dios nos ha alumbrado para encontrar la fuente. El hombre en Dios lo espera todo. “Solo la esperanza de la plena comunión de nuestra vida con la vida de Dios sacia el deseo de nuestra alma y nos hace libres” y “la vocación del ser humano a la esperanza no es absurda, sino razonable y realizable. Jesucristo resucitado es la razón de nuestra esperanza”4. La Puerta Santa como símbolo se ha cerrado pero sigue siempre abierta la Puerta que es Cristo, Camino, Verdad y Vida. Su Luz nos hace ver la Luz que nos compromete a llevar el Evangelio a todos y a mejorar las condiciones de vida de este mundo, llevando la fe a la vida de cada día. ¡No quedemos en el miedo al futuro, en la incertidumbre paralizante y en la sensación de impotencia! Encontrémonos con las personas en el lugar donde discurre la vida para hablarles de Dios y de nuestra fe, bajando a la calle para compartir la fatiga cotidiana de la vida con una esperanza fiable.
Ao dar grazas a Deus de quen procede todo ben, agradezo ao Santo Pai o seu alento no acontecer espiritual deste Ano Santo e a súa mensaxe. O meu recoñecemento e agradecemento ao Sr. Bispo Auxiliar, sacerdotes e membros da vida consagrada, ao Cabido Metropolitano, aos confesores, ás relixiosas, aos organistas e á coral da Catedral, aos servidores do altar, ás persoas empregadas e voluntarias, ás persoas de seguridade, aos membros das Forzas e Corpos de Seguridade do Estado, aos membros da Policía Local, aos medios de comunicación, ao persoal médico e sanitario, que contribuíron xenerosa e dispoñiblemente á organización e bo funcionamento da programación pastoral. Igualmente desexo manifestar a miña sincera gratitude á Xunta de Galicia, ao Delegado do Goberno, e ao Concello de Santiago polas axudas e servizos prestados para unha boa acollida dos peregrinos. Comezabamos o Ano Santo poñéndoo baixo o amparo da Virxe Peregrina, clausurámolo invocándoa coma esperanza nosa. Por ela Deus saíu ao noso encontro, acompañándonos coma un peregrino máis nesta azarosa peregrinación polos camiños da historia. Pola súa maternidade física de Xesús Cristo converteuse na Nai agarimosa de tódolos homes. Como non imos proclamarte todas as xeracións a máis benaventurada de todas as criaturas? Poñernos baixo a protección da súa maternidade significa implorar unha axuda continua para un constante seguimento de Xesús.
Neste atardecer proclamamos tamén con todos os peregrinos: “¡Oh, que benaventurados son todos os que teñen ante Deus tal intercesor e valedor. Non hai ninguén que poida narrar os beneficios que o Santo Apóstolo concede aos que lle piden de todo corazón. Velaí que a santa Cidade de Compostela veu a ser, pola intercesión do Santo Apóstolo, a salvación dos fieis, a fortaleza dos que a ela veñen”. “Que o Señor vos bendiga e vos garde, que faga brillar o seu rostro sobre vosoutros, e vos conceda a súa gracia; que o Señor volva os seus ollos cara vós e vos dea a súa paz”. Hace 12 años recibíamos la Visita Apostólica del Papa Emérito Benedicto XVI que en el Año Santo 2010 vino como peregrino de la fe y testigo de Cristo Resucitado. Contempló el Pórtico de la Gloria de nuestra Catedral. Pedimos que el Apóstol Santiago le haya acompañado hasta el Pórtico definitivo de la Gloria para contemplar la Verdad de la que siempre fue cooperador ¡Feliz Aninovo! Amén.