SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 18 al 25 de enero de 2020 Lema: «Nos trataron con una solicitud poco común» (Hechos 28, 2) TEXTO BÍBLICO PARA EL AÑO 2020 Hechos 27, 18 ̶ 28, 10 Al día siguiente, como arreciaba el temporal, los marineros comenzaron a aligerar la carga. Y al tercer día tuvieron que arrojar al mar, con sus propias manos, el aparejo de la nave. El sol y las estrellas permanecieron ocultos durante muchos días y, como la tempestad no disminuía, perdimos toda esperanza de salvarnos. Hacía tiempo que nadie a bordo probaba bocado; así que Pablo se puso en medio de todos y dijo: —Compañeros, deberíais haber atendido mi consejo y no haber zarpado de Creta. Así hubiéramos evitado esta desastrosa situación. De todos modos, os recomiendo ahora que no perdáis el ánimo, porque ninguno de vosotros perecerá, aunque el buque sí se hundirá. Pues anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y sirvo, y me dijo: «No temas, Pablo. Has de comparecer ante el emperador, y Dios te ha concedido también la vida de tus compañeros de navegación». Por tanto, amigos, cobrad ánimo, pues confío en Dios, y sé que ocurrirá tal como se me ha dicho. Sin duda, iremos a parar a alguna isla. A eso de la media noche del día en que se cumplían las dos semanas de navegar a la deriva por el Adriático, los marineros barruntaron que nos aproximábamos a tierra. Lanzaron entonces la sonda, y hallaron que había veinte brazas de fondo; poco después volvieron a lanzarla, y había quince brazas. Por temor a que pudiéramos encallar en algún arrecife, largaron cuatro anclas por la popa, mientras esperaban con ansia que llegara el amanecer. La tripulación intentó abandonar el barco, y arriaron el bote salvavidas con el pretexto de largar algunas anclas por la proa. Pero Pablo dijo al oficial y a los soldados: —Si estos no permanecen a bordo, no podréis salvaros vosotros. Entonces, los soldados cortaron los cabos del bote y lo dejaron perderse. En tanto amanecía, rogó Pablo a todos que tomaran algún alimento: —Hoy hace catorce días —les dijo— que estáis en espera angustiosa y en ayunas, sin haber probado bocado. Os aconsejo, pues, que comáis algo, que os vendrá bien para vuestra salud; por lo demás, ni un cabello de vuestra cabeza se perderá. Dicho esto, Pablo tomó un pan y después de dar gracias a Dios delante de todos, lo partió y se puso a comer. Los demás se sintieron entonces más animados, y también tomaron alimento. En el barco estábamos en total doscientas setenta y seis personas. Una vez satisfechos, arrojaron el trigo al mar para aligerar la nave. Llegó el día, y los marineros no pudieron reconocer el lugar. Pero distinguieron una ensenada con su playa, y trataron de ver si era posible que la nave recalase allí. Así pues, soltaron las anclas y las dejaron irse al fondo; aflojaron luego las amarras de los timones, izaron la vela de proa e, impulsados por el viento, se dirigieron a la playa. Pero tocaron en un banco de arena entre dos corrientes y el barco encalló. La proa quedó clavada e inmóvil, en tanto que la popa era destrozada por los golpes del mar. Entonces, los soldados resolvieron matar a los presos para evitar que alguno de ellos escapara a nado. Pero el oficial, queriendo salvar la vida de Pablo, les impidió llevar a cabo su propósito. Ordenó que quienes supieran nadar saltaran los primeros por la borda y ganaran la orilla; en cuanto a los demás, unos lo harían sobre tablones flotantes y otros sobre restos del buque. De esta forma todos logramos llegar a tierra sanos y salvos. Una vez a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. Los isleños nos trataron con una solicitud poco común; y como llovía sin parar y hacía frío, encendieron una hoguera y nos invitaron a todos a calentarnos. Pablo había recogido también una brazada de leña; al arrojarla a la hoguera, una víbora, huyendo de las llamas, hizo presa en su mano. Cuando los isleños vieron al reptil colgando de la mano de Pablo, se dijeron unos a otros: —Este hombre es realmente un asesino; aunque se ha librado de la tempestad, la justicia divina no permite que viva. Pablo, sin embargo, se sacudió el reptil arrojándolo al fuego y no experimentó daño alguno. Esperaban los isleños que se hinchara o que cayera muerto de repente. Pero, después de un largo rato sin que nada le aconteciese, cambiaron de opinión y exclamaron: —¡Es un dios! Cerca de aquel lugar había una finca que pertenecía a Publio, el gobernador de la isla, quien se hizo cargo de nosotros y nos hospedó durante tres días. Se daba la circunstancia de que el padre de Publio estaba en cama aquejado por unas fiebres y disentería. Pablo fue a visitarlo y, después de orar, le impuso las manos y lo curó. A la vista de esto, acudieron también los demás enfermos de la isla, y Pablo los curó. Fueron muchas las muestras de aprecio que nos dispensaron los isleños que, al hacernos de nuevo a la mar, nos suministraron todo lo necesario. Biblia Traducción Interconfesional (BTI) Introducción Los materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2020 han sido preparados por las Iglesias cristianas de Malta y de Gozo (Cristianos Unidos en Malta). El 10 de febrero muchos cristianos en Malta celebran la Fiesta del Naufragio de San Pablo, señalando y dando gracias por la llegada de la fe cristiana a estas islas. La lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles que se utiliza en esta fiesta es la que se ha elegido para la Semana de Oración de este año. La narración comienza con Pablo siendo llevado a Roma como prisionero (Hechos 27, 1ss). Pablo está encadenado, pero aun en la que se volverá una travesía peligrosa, la misión de Dios continua a través de él. Este relato es un drama clásico de la humanidad confrontada con el poder terrorífico de los elementos. Los pasajeros en la nave están a la merced de las fuerzas de los mares debajo de ellos y de la potente tempestad que arrecia encima de ellos. Estas fuerzas los llevan a un terreno desconocido en el que están perdidos y sin esperanza. Las 276 personas de la nave están divididas en grupos bien diferenciados. El centurión y sus soldados tienen el poder y la autoridad, pero dependen de la habilidad y de la experiencia de los marineros. Si bien todos tienen miedo y son vulnerables, los prisioneros encadenados son los más vulnerables de todos. Se puede disponer de sus vidas y corren el riesgo de una ejecución sumaria (22, 42). Mientras la historia se va desenvolviendo, vemos como aumenta la división entre los distintos grupos por la desconfianza y la sospecha. Sin embargo, de modo sorprendente, Pablo destaca como elemento de paz en el alboroto. Él sabe que su vida no está gobernada por fuerzas que son indiferentes a su destino, sino que, al contrario, su vida está en las manos de Dios, al que pertenece y a quien da culto (cfr. 27, 23). Gracias a esta fe, Pablo tiene la confianza de que comparecerá ante el emperador en Roma y, sacando fuerzas de ella, puede ponerse en pie ante sus compañeros de viaje y dar gracias a Dios. Todos son reconfortados. Siguiendo su ejemplo, comparten juntos el pan, unidos en una nueva esperanza y confiados en sus palabras. Esto pone de relieve un tema principal de este pasaje: la divina providencia. Fue decisión del centurión zarpar con mal tiempo y durante la tempestad los marineros tomaron decisiones sobre el modo de manejar el buque. Sin embargo, al final, sus planes se frustran y solamente estando juntos y dejando que el buque se hunda logran salvar sus vidas gracias a la divina providencia. El buque y toda su valiosa carga se perderá, pero sus vidas se salvarán, ya que «ni un cabello de vuestra cabeza se perderá» (27, 34; cfr. Lc 21, 18). En nuestra búsqueda de la unidad de los cristianos, abandonarnos a la providencia divina requiere que soltemos muchas cosas a las que estamos muy atados. Para Dios lo importante es la salvación de todos. Este grupo de personas tan diverso y desunido va «a parar a alguna isla» (27, 26). Habiendo sido puestos juntos en un mismo buque, llegan al mismo destino, en el que se pone de manifiesto su unidad humana a través de la hospitalidad de los isleños. Al reunirse alrededor de la hoguera, rodeados de personas que no los conocen ni los entienden, las diferencias de poder y de estatus se desvanecen. Los 276 ya no están a merced de fuerzas indiferentes, sino que son abrazados por la providencia amorosa de Dios que se hace presente a través de personas que les tratan con «una solicitud poco común» (28, 2). Mojados y con frío, se pueden calentar y secar al lado de la hoguera. Hambrientos, se les da comida. Se les da cobijo hasta que puedan volver a emprender su viaje con seguridad. Hoy en día muchas personas se enfrentan a los mismos miedos en los mismos mares. Los mismos sitios que se nombran en la lectura (27, 21; 28, 1), aparecen también en las historias de los migrantes de hoy. En otros lugares del mundo muchos otros emprenden viajes igualmente peligrosos por tierra y por mar para escapar de catástrofes naturales, de guerras y de la pobreza. También sus vidas están a la merced de inmensas fuerzas, frías e indiferentes, no solo pertenecientes a la naturaleza, sino también políticas, económicas y humanas. Esta indiferencia del ser humano asume varias formas: la indiferencia de aquellos que venden plazas a personas desesperadas en buques que no son aptos para navegar; la indiferencia de los que deciden no mandar naves de rescate; y la indiferencia de los que alejan de sus costas a pateras con migrantes. Estos son solo algunos ejemplos. Como cristianos unidos que enfrentan la crisis migratoria, esta historia nos reta: ¿nos unimos a las frías fuerzas de la indiferencia o mostramos «una solicitud poco común», haciéndonos testigos de la providencia amorosa de Dios para todas las personas? Es muy necesaria la virtud de la hospitalidad en nuestra búsqueda de la unidad de los cristianos. Es un hábito que nos invita a una mayor generosidad para con los que pasan necesidad. Las personas que trataron con una solicitud poco común a Pablo y a sus compañeros no conocían aún a Cristo y, sin embargo, fue a través de su trato poco común que un grupo dividido se fue uniendo. Nuestra propia unidad cristiana se manifestará no solamente mostrando hospitalidad unos con otros, por muy importante que esto sea, sino también a través de encuentros cordiales con aquellos que no comparten nuestra lengua, cultura o religión. En estos viajes tempestuosos y encuentros casuales la voluntad de Dios para su Iglesia y para todas las personas llega a su plenitud. Como proclamará Pablo en Roma, esta salvación de Dios ha sido ofrecida a todos los pueblos (cfr. Hechos 28, 28). Las reflexiones para el Octavario y para la celebración ecuménica se inspiran en el texto del libro de los Hechos de los Apóstoles. REFLEXIONES BÍBLICAS Y ORACIONES PARA CADA DÍA DEL OCTAVARIO DÍA 1 Reconciliación: Tirar la carga por la borda Hechos 27, 18-19. 21 «Al día siguiente, como arreciaba el temporal, los marineros comenzaron a aligerar la carga. Y al tercer día tuvieron que arrojar al mar, con sus propias manos, el aparejo de la nave… Hacía tiempo que nadie a bordo probaba bocado; así que Pablo se puso en medio de todos y dijo: “Compañeros, deberíais haber atendido mi consejo y no haber zarpado de Creta. Así hubiéramos evitado esta desastrosa situación”». Salmo 85 Lucas 18, 9-14 Reflexión Como cristianos de diferentes Iglesias y tradiciones tenemos que lamentar que a lo largo de los siglos hemos ido acumulando mucha carga consistente en la desconfianza mutua, la amargura y el recelo. Damos gracias a Dios por el nacimiento y el crecimiento del movimiento ecuménico en el siglo pasado. Nuestros encuentros con cristianos de otras tradiciones y nuestra oración común por la unidad de los cristianos nos animan a buscar el perdón mutuo, la reconciliación y la aceptación. No debemos permitir que la carga de nuestro pasado nos impida acercarnos unos a otros. ¡Es voluntad de Dios que soltemos la carga para dejar que Dios actúe! Oración Dios que perdonas, líbranos de las memorias dolorosas del pasado, que hieren nuestra vida cristiana compartida. Condúcenos a la reconciliación, para que, a través del Espíritu Santo, podamos superar el odio con el amor, la ira con la amabilidad y la sospecha con la confianza. Lo pedimos en el nombre de tu Hijo amado, nuestro hermano Jesús. Amén. DÍA 2 Iluminación: Buscar y mostrar la luz de Cristo Hechos 27, 20 «El sol y las estrellas permanecieron ocultos durante muchos días y, como la tempestad no disminuía, perdimos toda esperanza de salvarnos». Salmo 119, 105-110 Marcos 4, 35-41 Reflexión Cristo es nuestra luz y nuestro guía. Sin la luz y la guía de Cristo nos desorientamos. Cuando los cristianos pierden de vista a Cristo, se vuelven miedosos y se separan unos de otros. Por otro lado, muchas personas de buena voluntad que están fuera de la Iglesia no son capaces de ver la luz de Cristo, ya que a causa de nuestras divisiones los cristianos reflejamos la luz de Cristo con menos claridad y, a veces, incluso la ocultamos. Al buscar la luz de Cristo, nos vamos uniendo más unos a otros y reflejamos mejor esta luz, volviéndonos verdaderamente un signo de Cristo, la luz del mundo. Oración Oh, Dios, tu palabra es luz para nuestros pasos y sin ti nos perdemos y nos desorientamos. Ilumínanos, para que por medio de tu palabra podamos caminar por tu senda. Que nuestras Iglesias anhelen tu presencia que guía, consuela y transforma. Danos la honestidad que necesitamos para reconocer cuando hacemos difícil que otros puedan ver tu luz y danos la gracia que necesitamos para compartir tu luz con los demás. Pedimos esto en el nombre de tu Hijo, que nos llama a nosotros, sus discípulos, a ser luz del mundo. Amén. DÍA 3 Esperanza: El mensaje de Pablo Hechos 27, 22.34 «De todos modos, os recomiendo ahora que no perdáis el ánimo, porque ninguno de vosotros perecerá, aunque el buque sí se hundirá… ni un cabello de vuestra cabeza se perderá». Salmo 27 Mateo 11, 28-30 Reflexión Como cristianos pertenecientes a Iglesias y tradiciones que no están plenamente reconciliadas unas con otras, frecuentemente estamos desanimados por la falta de progreso hacia la unidad visible. Incluso algunos han abandonado toda esperanza y ven esta unidad como un ideal inalcanzable. Otros ni siquiera ven la unidad como parte necesaria de su fe cristiana. Mientras rezamos por el don de la unidad visible, hagámoslo con fe resuelta, paciencia constante y esperanza firme, confiando en la providencia amorosa de Dios. La unidad es la oración del Señor para la Iglesia y él nos acompaña en este viaje. No nos perderemos. Oración Dios de misericordia, perdidos y desalentados nos volvemos hacia ti. Inculca en nosotros tu don de la esperanza. Que nuestras Iglesias esperen y se esfuercen por la unidad por la que oró tu Hijo en la víspera de su pasión. Pedimos esto por él que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén. DÍA 4 Confianza: No temáis, creed Hechos 27, 23-26 «Pues anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y sirvo, y me dijo: “No temas, Pablo. Has de comparecer ante el emperador, y Dios te ha concedido también la vida de tus compañeros de navegación”. Por tanto, amigos, cobrad ánimo, pues confío en Dios, y sé que ocurrirá tal como se me ha dicho. Sin duda, iremos a parar a alguna isla». Salmo 56 Lucas 12, 22-34 Reflexión En medio de la tempestad el ánimo y la esperanza de Pablo contradecía el miedo y la desesperanza de sus compañeros de viaje. Nuestra vocación común a ser discípulos de Jesucristo conlleva ser signo de contradicción. En un mundo desgarrado por los miedos, somos llamados a permanecer firmes como testigos de esperanza poniendo nuestra confianza en la providencia amorosa de Dios. La experiencia cristiana nos enseña que Dios escribe recto con renglones torcidos y sabemos que, contra todo pronóstico, no nos ahogaremos ni perderemos, ya que el amor fiel de Dios permanece para siempre. Oración Dios todopoderoso, nuestro sufrimiento personal nos lleva a gritar de dolor y nos encogemos de miedo cuando experimentamos la enfermedad, la angustia o la muerte de los seres queridos. Enséñanos a confiar en ti. Que las Iglesias a las que pertenecemos sean signos de tu solic
tud providente. Haznos verdaderos discípulos de tu Hijo que nos enseñó a escuchar tu palabra y a servirnos unos a otros. Te pedimos esto con confianza, en el nombre de tu Hijo y en el poder del Espíritu Santo. Amén. DÍA 5 Fortaleza: Partir el pan para el viaje Hechos 27, 33-36 «En tanto amanecía, rogó Pablo a todos que tomaran algún alimento: “Hoy hace catorce días —les dijo— que estáis en espera angustiosa y en ayunas, sin haber probado bocado. Os aconsejo, pues, que comáis algo, que os vendrá bien para vuestra salud; por lo demás, ni un cabello de vuestra cabeza se perderá”. Dicho esto, Pablo tomó un pan y después de dar gracias a Dios delante de todos, lo partió y se puso a comer. Los demás se sintieron entonces más animados, y también tomaron alimento». Salmo 77 Marcos 6, 30-44 Reflexión La invitación de Pablo a comer es una exhortación a los que están en la barca a fortalecerse para lo que les espera. Este tomar el pan marca un cambio de actitud, ya que los que están en la barca pasan de la desesperanza al valor. De un modo parecido, la Eucaristía o la Cena del Señor nos provee de pan para el viaje y nos reorienta a la vida en Dios. Nos fortalece. El partir el pan —que está a la base de la vida y del culto de la comunidad cristiana— nos edifica mientras nos comprometemos con el servicio cristiano. Anhelamos el día en que todos los cristianos podamos compartir en la misma mesa de la Cena del Señor y fortalecernos de un solo pan y de un mismo cáliz. Oración Dios de amor, tu Hijo Jesucristo partió el pan y compartió el cáliz con sus amigos la víspera de su pasión. Que podamos crecer juntos en la comunión. Siguiendo el ejemplo de Pablo y de los primeros cristianos, fortalécenos para construir puentes de compasión, solidaridad y armonía. En el poder del Espíritu Santo, pedimos esto en el nombre de tu Hijo, que entrega su vida para que tengamos vida. Amén. DÍA 6 Hospitalidad: Mostrar una solicitud poco común Hechos 28, 1-2. 7 «Una vez a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. Los isleños nos trataron con una solicitud poco común; y como llovía sin parar y hacía frío, encendieron una hoguera y nos invitaron a todos a calentarnos… Cerca de aquel lugar había una finca que pertenecía a Publio, el gobernador de la isla, quien se hizo cargo de nosotros y nos hospedó durante tres días». Salmo 46 Lucas 14, 12-24 Reflexión Tras los traumas y los conflictos de la tempestad en el mar, la ayuda práctica ofrecida por los isleños es experimentada como una solicitud poco habitual por los que habían sido llevados por las olas a la orilla. Tal solicitud demuestra nuestra común humanidad. El evangelio nos enseña que cuando somos solícitos con los que pasan necesidad estamos mostrando amor al mismo Cristo (cfr. Mateo 25, 40). Más aún, cuando mostramos una solicitud amorosa hacia los débiles y los desposeídos, estamos afinando nuestros corazones con el corazón de Dios en el que los pobres tienen un lugar especial. Dar la bienvenida a los de fuera, tanto si son personas de otras culturas o creencias, inmigrantes o refugiados, es a la vez amar al mismo Cristo y amar como ama Dios. Como cristianos, estamos llamados a dar un paso adelante en la fe para llegar, con el amor de Dios que todo lo abarca, también a aquellos que nos cuesta más amar. Oración Dios del huérfano, de la viuda y del extranjero, inculca en nuestros corazones un sentido profundo de hospitalidad. Abre nuestros ojos y nuestros corazones cuando nos pides alimentarte, vestirte y visitarte. Que nuestras Iglesias sean activas en acabar con el hambre, la sed y el aislamiento, y en superar las barreras que impiden dar la bienvenida a todas las personas. Pedimos esto en el nombre de tu Hijo, Jesús, que está presente en el más pequeño de nuestros hermanos y hermanas. Amén. DÍA 7 Conversión: Cambiar nuestros corazones y nuestras mentes Hechos 28, 3-6 «Pablo había recogido también una brazada de leña; al arrojarla a la hoguera, una víbora, huyendo de las llamas, hizo presa en su mano. Cuando los isleños vieron al reptil colgando de la mano de Pablo, se dijeron unos a otros: “Este hombre es realmente un asesino; aunque se ha librado de la tempestad, la justicia divina no permite que viva”. Pablo, sin embargo, se sacudió el reptil arrojándolo al fuego y no experimentó daño alguno. Esperaban los isleños que se hinchara o que cayera muerto de repente. Pero, después de un largo rato sin que nada le aconteciese, cambiaron de opinión y exclamaron: “¡Es un dios!”». Salmo 119, 137-144 Mateo 18, 1-6 Reflexión Los isleños se dieron cuenta de que se habían equivocado al juzgar a Pablo como asesino y cambiaron su forma de pensar. El hecho extraordinario de la víbora hizo posible que los isleños vieran las cosas de un modo nuevo, un modo que quizás podía prepararlos para escuchar el mensaje de Cristo a través de Pablo. En nuestra búsqueda de la unidad de los cristianos y de la reconciliación, con frecuencia se nos desafía a repensar nuestro modo de percibir las demás tradiciones y culturas. Esto exige una conversión continua a Cristo a través de la cual las Iglesias aprenden a superar su percepción del otro como una amenaza. Como consecuencia de ello, nuestra imagen negativa de los demás se desechará y seremos conducidos más cerca de la unidad. Oración Dios todopoderoso, nos volvemos hacia ti con corazones arrepentidos. En nuestra búsqueda sincera de tu verdad, purifícanos de nuestras opiniones injustas de los otros y lleva a las Iglesias a crecer en la comunión. Ayúdanos a abandonar nuestros miedos, para que podamos comprendernos mejor unos a otros y al extranjero que está en medio de nosotros. Pedimos esto en el nombre del único Justo, tu Hijo amado, Jesucristo. Amén. DÍA 8 Generosidad: Recibir y dar Hechos 28, 8-10 «Se daba la circunstancia de que el padre de Publio estaba en cama aquejado por unas fiebres y disentería. Pablo fue a visitarlo y, después de orar, le impuso las manos y lo curó. A la vista de esto, acudieron también los demás enfermos de la isla, y Pablo los curó. Fueron muchas las muestras de aprecio que nos dispensaron los isleños que, al hacernos de nuevo a la mar, nos suministraron todo lo necesario». Salmo 103, 1-5 Mateo 10, 7-8 Reflexión Esta historia está llena de dar y recibir. Pablo recibe una solicitud poco común de parte de los isleños; Pablo ofrece curación al padre de Publio y a otros; habiendo perdido todo en la tempestad, los 276 reciben abundantes provisiones al hacerse de nuevo a la mar. Como cristianos estamos llamados a una solicitud poco común. Pero para poder dar tenemos que aprender primero a recibir –de Cristo y de los demás–. Más frecuentemente de lo que pensamos, somos receptores de actos de cariño de personas que son diferentes de nosotros. Estos actos apuntan hacia la generosidad y la sanación de nuestro Señor. Los que hemos sido sanados por el Señor somos responsables de transmitir lo que hemos recibido. Oración Dios, dador de vida, te damos gracias por el don de tu amor compasivo que nos alivia y nos fortalece. Pedimos que nuestras Iglesias estén siempre abiertas para recibir tus dones de las demás. Concédenos un espíritu de generosidad hacia todos mientras caminamos juntos por la senda de la unidad de los cristianos. Pedimos esto en el nombre de tu Hijo, que reina contigo y el Espíritu Santo. Amén. ______________ LA SITUACIÓN ECUMÉNICA EN MALTA Este texto se reproduce bajo la sola autoridad y responsabilidad del grupo ecuménico de Malta que se reunió para escribir los materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2020. Malta, una isla en el mar Mediterráneo, recibió la fe cristiana a través de los esfuerzos del apóstol Pablo, una vez que había naufragado en ella cuando iba de camino a Roma. […] Malta se volvió un país independiente dentro de la Commonwealth británica en 1964. En 2004 se unió a la Unión Europea. La fe cristiana está profundamente enraizada en la cultura de los habitantes de Malta y de la isla hermana de Gozo. Aunque la población actual de 430 000 habitantes es predominantemente católica romana, hay grupos significativos de cristianos que pertenecen a otras tradiciones. El ecumenismo no es una experiencia nueva para la población local. El estar en la encrucijada de civilizaciones, de religiones, del comercio y de las migraciones ha hecho que la gente de Malta esté siempre abierta a los demás y destaque por su hospitalidad. Los malteses reconocen que el manejo adecuado de las diferencias actuales puede llevar a la valoración mutua de las riquezas respectivas que se encuentran en las distintas Iglesias. […] Las primeras celebraciones ecuménicas formales en Malta tuvieron lugar a finales de los 60 y principios de los 70. Por otra parte, las primeras reuniones de ARCIC y del Diálogo Luterano-Católico tuvieron lugar en Malta. En octubre de 1977, el arzobispo católico de Malta, Mons. Joseph Mercieca, instituyó una Comisión Ecuménica Diocesana. Su cometido era fomentar la oración por la unidad de los cristianos y promover la toma de conciencia por parte de los católicos, así como su conocimiento, de la presencia de otras comunidades cristianas. En 1995, Maurice Eminyan s.j. fundó en Malta el Consejo Ecuménico, que hoy se conoce como Cristianos Unidos en Malta (Christians Together in Malta). El Consejo incluye a representantes de las distintas Iglesias. Se reúnen cada dos meses para comentar asuntos ecuménicos, para organizar reuniones públicas de diálogo y, en colaboración con la Comisión Ecuménica Diocesana, para concretar el contenido y la logística de las celebraciones ecuménicas. La celebración ecuménica principal tiene lugar en enero, durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. También tiene lugar otra celebración en los días anteriores o siguientes a la fiesta de Pentecostés. Los miembros de Cristianos Unidos en Malta son la Iglesia Católica Romana, la Iglesia de Inglaterra, la Iglesia de Escocia, la Iglesia Metodista, la Iglesia Evangélica Luterana, la Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia Ortodoxa Serbia, la Iglesia Ortodoxa Rusa, la Iglesia Ortodoxa Rumana, la Iglesia Ortodoxa Búlgara y la Iglesia Ortodoxa Copta. Los adventistas del Séptimo Día también son parte del Consejo. Las relaciones ecuménicas en Malta son muy buenas. Las relaciones de trabajo se caracterizan por un profundo respeto y una colaboración auténtica. La Iglesia Católica Romana ha ayudado mucho a las Iglesias Ortodoxas a encontrar lugares adecuados para el culto. Del mismo modo, la diócesis de Gozo ha abierto sus puertas para ofrecer lugares de culto a los anglicanos y a otros cristianos de comunidades surgidas de la Reforma. Junto a las celebraciones ecuménicas acostumbradas, otros gestos ecuménicos habituales en Malta que merecen ser señalados incluyen los siguientes: Un proyecto común de diaconía, tanto a nivel local como en el extranjero, que recibe apoyo financiero desde todas las comunidades cristianas; El Festival de Navidad de las Nueves Lecciones, en la procatedral anglicana de San Pablo, en La Valeta, en el que participan distintos interlocutores ecuménicos; Una recepción ecuménica ofrecida por el arzobispo católico de Malta durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos; Iniciativas comunes, como visitas a los enfermos y a los mayores, canto coral y eventos con ocasión del Día Mundial de Oración por la Creación; La participación mutua de líderes cristianos en Malta en fiestas patronales especiales; La colaboración con la Iglesia de San Andrés de los Escoceses, apoyando un banco de alimentos; La Red del Faro (Lighthouse Network) que reúne a cristianos mensualmente para la oración y la alabanza; Ministros de diferentes tradiciones cristianas colaboran en la enseñanza de un título de Educación Superior en Ecumenismo organizado por la Comisión Ecuménica Diocesana, en colaboración con el Instituto de Formación Pastoral de la Archidiócesis de Malta; El presidente de la República de Malta invita anualmente a los líderes de las Iglesias a una mesa redonda y a una comida navideña, algunos días antes de la Navidad. La colaboración ecuménica en varios niveles ha sido de mucha ayuda para promover la causa de la unidad de los cristianos en Malta. El clima ecuménico en Malta es muy positivo y puede servir realmente como un microcosmos del diálogo ecuménico a nivel universal. ______________ NOTA: La Comisión Diocesana de Ecumenismo enviará el material del Octavario por medio de a los Arciprestes; si en años anteriores alguna Parroquia, Comunidad o Colegio no lo recibieron y desean tenerlo, pídanlo con tiempo a la Comisión Diocesana de Ecumenismo: Plaza de la Inmaculada, 4. 15704-Santiago de Compostela. Teléfonos: 636.923036 // 686.948396. E-mail: ecumenismo@archicompostela.org. Los miembros de la Comisión nos ofrecemos para colaborar en la preparación del Octavario, tanto en los Retiros que precedan al mismo como en otros espacios.