18 a 25 de enero de 2022
Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo (Mt 2, 2)
Texto bíblico para el 2022
Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén un pueblo de Judea, durante el reinado de Herodes. Por entonces llegaron a Jerusalén, procedentes de Oriente, unos sabios, que preguntaban:
¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.
El rey Herodes se inquietó mucho cuando llegó esto a sus oídos, y lo mismo les sucedió a todos los habitantes de Jerusalén. Así que ordenó que se reunieran los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley para averiguar por medio de ellos dónde había de nacer el Mesías. Ellos le dieron esta respuesta:
En Belén de Judá, porque así lo escribió el profeta:
Tú, Belén, en el territorio de Judá, no eres en modo alguno la menor entre las ciudades importantes de Judá, pues de ti saldrá un caudillo que guiará a mi pueblo Israel.
Entonces Herodes hizo llamar en secreto a los sabios para que le informaran con exactitud sobre el tiempo en que habían visto la estrella. Luego los envió a Belén diciéndoles:
Id allá y averiguad cuanto os sea posible acerca de ese niño. Y cuando lo hayáis encontrado, hacédmelo saber para que también yo vaya a adorarlo.
Los sabios, después de oír al rey, emprendieron de nuevo la marcha, y la estrella que habían visto en Oriente los guio hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de alegría. Entraron entonces en la casa, vieron al niño con su madre María y, cayendo de rodillas, lo adoraron. Sacaron luego los tesoros que llevaban consigo y le ofrecieron oro, incienso y mirra.
Y advertidos por un sueño para que no volvieran a donde estaba Herodes, regresaron a su país por otro camino.
Biblia Traducción Interconfesional (BTI)
Introducción al tema del año 2022
Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo. (Mt 2, 2)
Según el Evangelio de Mateo (2, 1-12), la aparición de la estrella en el cielo de Judea es una señal de la esperanza que durante tanto tiempo el pueblo había aguardado. Es la señal que condujo a los Magos y a todos los pueblos de la tierra al lugar de la manifestación del verdadero Rey y Salvador. Esta estrella es un don, un signo de la presencia del amor de Dios para toda la
humanidad. Para los Magos fue la señal de que un rey había nacido. Con su resplandor, guía a la humanidad hacia una luz más intensa, la nueva luz de Jesús, que ilumina a cada persona y nos introduce en la gloria del Padre y en su esplendor radiante. Jesús es la luz que ha entrado en nuestras tinieblas cuando se encarnó en la Virgen María, por obra del Espíritu Santo, y se hizo hombre. Jesús es la luz que traspasó las tinieblas del mundo cuando se anonadó a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte por nuestra salvación. De esta forma ilumina nuestro camino hacia Dios, para que podamos llegar a conocer al Padre y conocer el amor que nos tiene; el amor del que entregó a su Hijo único por nosotros, para que quien crea en él no llegue a perecer, sino que tenga vida eterna.
Los Magos vieron la estrella y la siguieron. Tradicionalmente los comentaristas han considerado las figuras de los Magos como un símbolo de la diversidad de los pueblos conocidos en ese momento, y un signo de la universalidad de la llamada de Dios representada en la luz de la estrella que brilla desde el Oriente. Igualmente la incansable búsqueda del recién nacido por parte de los Magos es expresión del hambre de verdad, bondad y belleza de toda la humanidad que, desde el comienzo de la creación, ha experimentado en su corazón el anhelo de Dios, deseando poder alabarlo. La estrella apareció cuando el Divino Niño nació en la plenitud de los tiempos. Anunciaba la tan esperada intervención salvífica de Dios, que dio comienzo con el misterio de la Encarnación.
Los Magos manifiestan la unidad de todos los pueblos deseada por Dios. Viajan desde países lejanos, y representan diversas culturas, impulsados por la misma hambre de ver y conocer al rey recién nacido, y juntándose en la pequeña casa de Belén, adoran
con sencillez y ofrecen sus regalos. Los cristianos están llamados a ser una señal ante el mundo de la unidad que Dios trae consigo. Procedentes de diferentes culturas, razas y lenguas, los cristianos comparten una misma búsqueda de Cristo y un deseo común de adorarlo. La misión del pueblo cristiano es, por tanto, la de ser un signo, como la estrella, que guíe el anhelo de Dios de toda la humanidad hacia Cristo, y convertirse en mediación para que Dios lleve a cabo la unidad de todos los pueblos.
Los Magos rinden homenaje al Niño abriendo los cofres de sus tesoros y ofreciendo sus dones que, desde la antigua tradición cristiana, se han entendido como signos de la misma identidad de Cristo: oro por su realeza, incienso por su divinidad; y mirra presagiando su muerte.
La diversidad de dones, por tanto, es expresión de los distintos puntos de vista que cada tradición cristiana tiene de la persona y obra de Jesús. De manera que, cuando los cristianos se reúnen y abren sus cofres y sus corazones para rendir homenaje a Cristo, todos se enriquecen al compartir los dones de sus diversos puntos de vista.
La estrella surgió en el Oriente (Mt 2, 2). Desde Oriente sale el sol, y desde lo que hoy conocemos como el Próximo Oriente, vino la salvación de nuestro Dios, por su infinita misericordia, bendiciéndonos con el nuevo amanecer que viene de lo alto (Lc 1, 78). Pero la historia del Próximo Oriente se caracterizó, y aún hoy se sigue caracterizando, por conflictos y luchas, y está manchada de sangre y oscurecida por la injusticia y la opresión. Recientemente, a partir de lo que se conoce como la Nakba palestina (término árabe con el que se denomina el éxodo de la población árabe palestina en la guerra de 1948), la región ha padecido una serie de guerras y
revoluciones sangrientas, así como el auge del extremismo religioso. La historia de los Magos también está marcada por la oscuridad, como el caso de la orden despótica de Herodes de asesinar a todos los niños de Belén y sus alrededores con menos de dos años (Mt 2, 16-18). La crueldad de este relato resuena a lo largo de la historia del Próximo Oriente y también en su complicado momento presente.
Fue en el Próximo Oriente donde la Palabra de Dios arraigó y dio sus frutos, y la cosecha fue de treinta, sesenta y hasta cien veces más. Y desde el mismo Oriente los apóstoles comenzaron a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra (Hch 1, 8). El Oriente Próximo ha dado miles de testigos y mártires cristianos. Y, aún hoy en día, esta pequeña comunidad cristiana se ve amenazada, por lo que muchos de sus miembros se ven obligados a buscar una vida más segura y en paz en otros lugares. Como la luz del Niño Jesús, la luz del cristianismo del Próximo Oriente está cada vez más amenazada en estos tiempos difíciles.
Jerusalén es un símbolo importante para los cristianos, porque es la ciudad de la paz donde la humanidad fue salvada y redimida. Pero hoy en día la paz ha desaparecido de Jerusalén. Distintos partidos la reivindican, pero sin tener en cuenta a los demás. Incluso el culto y la oración en Jerusalén se han convertido en materia sobre la que se toman medidas políticas y militares. Jerusalén era la ciudad de los reyes, la ciudad en la que Jesús hará su entrada triunfal, aclamado como rey (Lc 19, 28-44). Por eso los Magos esperaban encontrar al nuevo rey recién nacido – según les había revelado la estrella – en esta ciudad real. Sin embargo, la narración nos dice que, en lugar de haber sido bendecida por el nacimiento del Rey Salvador, la ciudad de Jerusalén estaba envuelta en tumultos, al igual que hoy en día.
Hoy, más que nunca, el Próximo Oriente necesita una luz celestial para acompañar a su pueblo. La estrella de Belén es una señal de que Dios camina con su pueblo, siente su dolor, escucha su grito y le muestra su compasión. Nos asegura que, aunque las circunstancias cambien y vengan terribles desastres, la fidelidad de Dios es infalible. El Señor ni duerme ni descansa. Camina al lado de su pueblo y sale a su encuentro cuando está perdido o en peligro. El camino de la fe es este caminar con Dios que siempre vela por su pueblo y que nos guía por las complejas sendas de la historia y de la vida.
Para esta Semana de Oración, los cristianos de Oriente Próximo han elegido el tema de la estrella que surgió en el Oriente por diversas razones. Son muchos los cristianos occidentales que celebran la Navidad, la fiesta más antigua, que también es la fiesta principal para muchos cristianos orientales. Es la fiesta de la epifanía, la revelación de la salvación de Dios a todas las naciones en Belén y en el Jordán. Este énfasis en la teofanía (la manifestación) es, en cierta forma, uno de los tesoros que los cristianos del Próximo Oriente pueden ofrecer a sus hermanos y hermanas de todo el mundo.
La estrella guía a los Magos haciéndolos pasar por el alboroto de Jerusalén, donde Herodes planea el asesinato de vidas inocentes. Todavía hoy en día, en varias partes del mundo, los inocentes sufren violencia y amenazas, y jóvenes familias han de huir de tiranos como Herodes y Augusto. En esas situaciones, los seres humanos buscan una señal que les confirme que Dios está con ellos. Buscan al rey recién nacido, rey de bondad, paz y amor. Pero, ¿dónde está la estrella que les guíe hasta él? La misión de la Iglesia es ser la estrella que ilumine el camino hacia Cristo, que es la Luz del mundo. Siendo estrella, la
Iglesia se convierte en signo de esperanza en un mundo lleno de aflicción, y en signo de la presencia de Dios que acompaña a su pueblo en las dificultades de la vida. A través de la palabra y de la acción, los cristianos estamos llamados a iluminar el camino para que Cristo pueda revelarse de nuevo a todas las naciones. Pero las divisiones entre nosotros atenúan la luz del testimonio cristiano y oscurecen el sendero, impidiendo que otros puedan encontrar su camino hacia Cristo. Por el contrario, los cristianos unidos en la adoración a Cristo, abriendo los cofres de sus tesoros en un mutuo intercambio de dones, se convierten en un signo de la unidad que Dios desea para toda la creación.
Los cristianos de Oriente Próximo ofrecen estos recursos para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos siendo conscientes de que el mundo comparte muchas de las aflicciones y dificultades que ellos mismos experimentan, y de que anhela una luz que lo guíe en el camino hacia el Salvador, que es el único que vence las tinieblas. La pandemia mundial de COVID-19 y la consecuente crisis económica, y el fracaso de las estructuras políticas, económicas y sociales para proteger a los más débiles y vulnerables, han subrayado la necesidad global de que una luz brille en las tinieblas. La estrella que brilló en Oriente, en Oriente Próximo, hace dos mil años nos sigue llamando a acudir al pesebre, donde Cristo nace. Nos conduce allí donde el Espíritu de Dios está vivo y operante, a la realidad de nuestro bautismo, y a la transformación de nuestros corazones.
Después de encontrarse con el Salvador y adorarlo juntos, los Magos regresaron a sus países por un camino distinto, habiendo sido advertidos en un sueño. Del mismo modo, la comunión que experimentamos en nuestra oración compartida debe inspirarnos a regresar a nuestra vida, a nuestras Iglesias y a nuestro mundo también
por nuevos caminos. Transitar un camino distinto es una invitación al arrepentimiento y a la renovación de nuestra vida personal, de nuestras Iglesias y de nuestra sociedad. Seguir a Cristo es nuestro nuevo camino, y, en un mundo volátil y cambiante, los cristianos deben permanecer tan firmes y estables como las constelaciones y los planetas. Pero, ¿qué significa esto en la práctica? Servir al Evangelio hoy exige el compromiso de defender la dignidad humana, especialmente en los más pobres, los más débiles y los marginados. Exige por parte de las Iglesias transparencia y responsabilidad en sus relaciones mutuas y en su relación con el mundo. Esto significa que las Iglesias deben cooperar para proporcionar alivio a los afligidos, para acoger a los desplazados, para confortar a los abatidos y para construir una sociedad justa y honesta. Se trata de una llamada a que las Iglesias trabajen juntas, de manera que los jóvenes puedan construir un futuro conforme al corazón de Dios, en el que todos los seres humanos puedan experimentar la vida, la paz, la justicia y el amor. El nuevo camino entre las Iglesias es el camino de la unidad visible que buscamos con abnegación, valentía y audacia, hasta el día en que "Dios sea soberano de todo" (1 Co 15, 28).
La preparación del material para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2022
El grupo internacional designado conjuntamente por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (PCPUC) y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias con el objetivo de preparar los textos de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos no pudo reunirse presencialmente debido a la pandemia, por lo que tuvo
que trabajar los textos de manera telemática.
El PCPUC había confiado al Consejo de Iglesias de Próximo Oriente (en inglés: Middle East Council of Churches), con sede en Beirut (Líbano), la tarea de escoger el tema de la Semana de Oración de 2022 y preparar un borrador de los materiales. Eligieron el tema: "Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo" (Mt 2, 2). Más que nunca, en estos tiempos difíciles, necesitamos una luz que brille en las tinieblas, y esa luz que proclaman los cristianos se ha manifestado ya en Jesucristo.
En esta región del mundo donde los derechos humanos son habitualmente pisoteados por intereses políticos y económicos injustos, afectada por la actual crisis sanitaria internacional sin precedentes y que sufre por las pérdidas materiales y humanas a consecuencia de la grave explosión que devastó Beirut el 4 de agosto de 2020, el grupo ecuménico local ha hecho todo el esfuerzo necesario para presentar este trabajo fruto de la participación en los encuentros y reuniones online. Les damos las gracias de todo corazón y oramos por el crecimiento de la unidad entre los cristianos de Oriente Próximo, y para que estos textos contribuyan a favorecer la dignidad de la vida, la justicia y la paz para todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo y de los tiempos venideros.
Participantes en el Equipo Internacional
● Rvdo. P. Martin Browne, OSB – Abadía de Glenstal (Irlanda)
● Sra. Anne-Noelle Clement – Unidad Cristiana (Francia)
● Rvdo. Anthony Currer – Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (Vaticano)
● Dr. Ani Ghazaryan Drissi – Programa Ejecutivo del Secretariado de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias [CMI] (Suiza)
● Rvdo. Dr. Jo Wagner Grupo de Trabajo de las Iglesias Cristianas en Alemania (Alemania)
● Dr. Hanne Lamparter – Iglesia Luterana Alemana (Alemania)
● Hna. Leticia Candelario López – Fraternidad Misionera Verbum Dei (Singapur)
● Rvdo. Dr. Odair Pedroso Mateus – Director de Fe y Constitución – CMI (Suiza)
● Rvdo. P. James Puglisi, SA – Fraile del Atonement, Centro Pro Unione (Italia/EE.UU.)
● Rvdo. Dr. Mikie Roberts – Programa Ejecutivo para la Vida Espiritual – CMI (Suiza)
● Dr. Clare Watkins – Universidad de Roehampton (Inglaterra) Participantes del Consejo de Iglesias de Próximo Oriente
● Rvdo. P. Dr. Boulos Wehbe – Iglesia Greco-Ortodoxa de Antioquía (Líbano)
● Rvdo. Dr. Rima Nasrallah – Iglesia Nacional Evangélica (Líbano)
● Rvdo. P. Dr. Roger Akhrass – Iglesia Siro-Ortodoxa de Antioquía (Siria)
● Dr. John Daniel – Sínodo Evangélico del Nilo (Egipto)
● Sr Emily Tannous – Iglesia Maronita (Líbano)
● Rvdo. P. Gabriel Hachem – Iglesia Católica Greco- Melquita de Antioquía (Líbano)
Reflexiones bíblicas y oraciones para el octavario
Preparación previa.
Domingo 16 de enero de 2022. II Domingo del Tiempo Ordinario
DÍA 1. Martes 18 de enero.
“Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente” (Mt 2, 2) Tú nos alzas y nos atraes hacia la plenitud de tu luz
Lecturas
Zac 4, 1-7 Veo un candelabro de oro macizo
Sal 139, 1-10 Tú me sondeas y me conoces
2 Ti 1, 7-10 Un don que ahora se ha hecho manifiesto por la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador
Jn 16, 7-14 Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará para que podáis entender la verdad completa
Reflexión
En este mundo frágil e incierto, buscamos una luz, un rayo de esperanza que ilumine desde lo alto. En medio del mal, anhelamos la bondad. Buscamos todo lo bueno que hay en nosotros, pero la debilidad nos abruma y la esperanza nos falla. Nuestra confianza descansa en el Dios al que adoramos. Dios, en su sabiduría, puso en nosotros la esperanza de una intervención divina; pero no esperábamos que interviniera a través de una persona, el Señor mismo, que se hizo luz entre nosotros. Dios superó todas nuestras expectativas. El don de Dios es un “espíritu de fortaleza y amor”.
No es confiando en nuestras propias fuerzas y en nuestras capacidades como avanzamos hacia la luz plena, sino poniendo nuestra confianza en el Espíritu Santo.
En las tinieblas de la humanidad la estrella de Oriente brilló. La luz de esta estrella penetra la profundidad de la oscuridad que nos separa a unos de otros. No resplandeció solo en un momento concreto de la historia, sino que sigue brillando aún hoy y transformando el curso de la historia. Desde la aparición de la estrella, los cristianos, a lo largo de la historia, han manifestado al mundo con su vida la esperanza que brota del Espíritu Santo. Ellos son testigos de la obra de Dios en la historia y de la presencia permanente del Espíritu Santo. A pesar de las vicisitudes y de los cambios de las circunstancias históricas, la luz del Resucitado sigue brillando, actuando en el curso de la historia como una antorcha que guía a todos hacia la luz perfecta, superando la oscuridad que nos separa a unos de otros.
El afán por vencer las tinieblas que nos separan nos obliga a trabajar y orar por la unidad de los cristianos.
Oración
Señor Dios, ilumina nuestro camino con la luz de Cristo que va delante de nosotros y nos guía. Ilumínanos y habita dentro de nosotros. Guíanos para que podamos descubrir el pequeño pesebre que hay en nuestro corazón, donde aún duerme la luz. Creador de la luz, te damos gracias por el don de esa Estrella perpetua, Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. Que sea un faro en nuestra peregrinación. Sana nuestras divisiones y haz que nos acerquemos a la Luz de Cristo en quien encontraremos la unidad. Amén.
DÍA 2. Miércoles 19 de enero
“¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido?” (Mt 2, 2) La humildad del rey destruye las murallas y reconstruye con amor Lecturas
● Jer 23, 1-6: Será un rey que reinará con prudencia
● Sal 46: Hasta sus confines detiene las guerras
● Flp 2, 5-11: El cual, siendo de condición divina no quiso hacer de ello ostentación Mt 20, 20-28 El Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir
Reflexión
Jeremías denuncia cómo los reyes de Israel ejercen mal su poder dividiendo y dispersando al pueblo. Estos fueron malos pastores que destruyeron las naciones y llevaron al pueblo al exilio. Por contra, el Señor promete un pastor-rey que “reinará con prudencia, impondrá justicia y derecho en el país” y reunirá a las ovejas de su rebaño.
Nuestro mundo está necesitado de buenos líderes y busca constantemente alguien que haga realidad este anhelo. ¿Dónde podemos encontrar un líder así? Solo en Cristo hemos hallado el modelo de un rey, de un líder, según el corazón de Dios. Nosotros, que estamos llamados a seguirlo, debemos hacerlo a su estilo, el estilo del siervo-rey en el mundo y en la Iglesia. En Cristo encontramos a quien no destruye ni divide, sino al que reconstruye y lleva a plenitud para mayor gloria del nombre de Dios. No gobierna según intereses egoístas, no usa la fuerza. En él encontramos al siervo amoroso y humilde que “siendo de
condición divina no quiso hacer de ello ostentación”. Él es el que vino a para servir y no para ser servido, y sus seguidores está llamados a hacer lo mismo.
Hoy en día, el Próximo Oriente está experimentando la pérdida de su gente en el exilio, pues la "justicia y el derecho" escasean allí y en todo el mundo. Sin embargo, vivimos con la esperanza de que esta tierra no caerá a pesar de que “las naciones se turben” y “los reinos se tambaleen” a nuestro alrededor.
Los líderes, tanto en el mundo como en la Iglesia, tienen la responsabilidad de congregar en lugar de dispersar y dividir al pueblo de Dios. Toda esta división en el mundo y en la Iglesia viene del deseo de alcanzar altos puestos, el ansia de poder y el carrerismo. En la medida en que los cristianos imitemos con fidelidad el liderazgo del siervo al estilo de Cristo, tanto más quedarán superadas las divisiones en el mundo y en la Iglesia. Trabajemos por el derecho, la justicia y la paz para el bien de todos y estaremos dando testimonio humilde del pastor-rey, y así acercaremos a los demás al Señor.
Oración
Dios, nuestro único refugio y fortaleza, te glorificamos porque eres recto y justo. Ante ti confesamos que muchas veces codiciamos modelos mundanos de liderazgo. Ayúdanos a buscar a nuestro Señor Jesucristo no en los palacios de los poderosos, sino en el humilde pesebre y a imitarlo en su mansedumbre. Aliéntanos para que nos vaciemos de nosotros mismos y nos sirvamos unos a otros siendo obedientes a tu voluntad.
Te lo pedimos en nombre de Cristo que contigo y el Espíritu Santo reina para siempre en la gloria. Amén.
DÍA 3. Jueves 20 de enero
“El rey Herodes se inquietó mucho cuando llegó esto a sus oídos, y lo mismo les sucedió a todos los habitantes de Jerusalén” (Mt 2, 3)
La presencia de Cristo pone el mundo al revés
Lecturas
● Neh 4, 18-21: Desde el amanecer hasta que salían las estrellas trabajábamos en la obra
● Sal 2, 1-10: ¿Por qué las naciones se sublevan…?
● 2 Ts 2, 13-3, 5: ¡Pero el Señor es fiel! Él os hará fuertes
● Mt 2, 1-5: Se inquietó mucho…, y lo mismo les sucedió a todos los habitantes de Jerusalén
Reflexión
El Señor ha acampado entre nosotros. La venida de Cristo altera los caminos del mundo. A diferencia de tantos líderes nacionales, el Señor viene con humildad denunciando la injusticia y la opresión que acompañan a la ambición por el poder y el estatus superior. La venida de Jesús reclama un cambio de corazón y una transformación de la vida, para que las personas queden liberadas de todo lo que las deshumaniza y les hace sufrir. Jesús nos muestra que Dios está con aquellos que sufren porque toda persona posee la dignidad de ser un hijo amado de Dios. Precisamente por eso, la presencia de Jesús incomoda, porque él hace zozobrar la barca de los ricos y los poderosos que solo se preocupan por sus propios intereses y descuidan el bien común. Sin embargo, para aquellos que trabajan por la paz y la unidad, la venida de Cristo trae la luz de la esperanza.
Hoy se nos invita a comprometernos personalmente a actuar constructivamente para que la justicia se haga realidad en nuestro mundo. Esto conlleva la necesidad de reflexionar y reconocer las veces en que nuestros caminos no son los caminos de justicia y de paz de Dios. Cuando los cristianos trabajan juntos por la justicia y la paz, nuestra fuerza es aún mayor. Y entonces la respuesta a nuestra petición por la unidad de los cristianos se hace visible, y los demás pueden reconocer en nosotros la presencia de Cristo en nuestro mundo. A través de nuestras palabras y acciones, podemos ser portadores de la luz de la esperanza para tantas personas que aún viven en la oscuridad del descontento por la política, por la pobreza social y la discriminación estructural. La Buena Nueva es que Dios es fiel, y él es el que nos fortalece y nos protege de todo mal, el que nos alienta a trabajar por el bien de los demás, especialmente por aquellos que viven en la oscuridad del sufrimiento, del odio, de la violencia y del dolor.
Oración
Oh Señor, nos has sacado de las tinieblas y nos has guiado hasta Jesús. Has hecho brillar en nuestras vidas la estrella de la esperanza. Ayúdanos a estar unidos en nuestro compromiso de hacer presente tu Reino de amor, de justicia y de paz, y así ser antorcha de esperanza para quienes viven en la oscuridad de la desesperación y el desencanto. Toma nuestra mano, Señor, para que podamos verte en todos los momentos de nuestra vida. Haz que te sigamos sin miedo y sin angustia. Ilumina tu luz sobre nosotros y enciende nuestros corazones para que vivamos envueltos en el calor de tu amor. Álzanos hacia ti, que te has despojado de todo por nuestro bien, para que nuestra vida te glorifique a ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
DÍA 4. Viernes 21 de enero
“Tú, Belén, no eres en modo alguno la menor” (Mt 2, 6) Aunque pequeños y humillados, nada nos falta
Lecturas
● Miq 5, 2-5a, 7-8: De ti saldrá el caudillo de Israel
● Sal 23: El Señor es mi pastor, nada me falta
● 1 P 2, 21-25: Ahora habéis vuelto al que es pastor y guardián de vuestras vidas
● Lc 12, 32-40: No tengas miedo, pequeño rebaño
Reflexión
En la pequeña y humilde ciudad de Belén, el Señor, el Hijo de Dios, quiso hacer su entrada en el mundo. En el vientre de una humilde chica de pueblo, tomó carne humana, y eligió vivir su humanidad en la oscuridad y la sencillez. Se hizo grano que cae en tierra, levadura en la masa, y un pequeño rayo de luz para nuestros ojos. Ese pequeño rayo ha iluminado la tierra entera. De la oscuridad de la tierra de Efrata ha salido un gobernante, el pastor y guardián de nuestras almas. Y, aunque es nuestro pastor, se hizo a sí mismo Cordero y cargó con los pecados del mundo para redimirnos.
A pesar de su insignificancia entre las tribus de Judá, Belén llegaría a ser grande porque en ella nació el Pastor de los pastores, el Rey de reyes. Belén, un nombre que significa la “casa del pan”, es metáfora de la Iglesia que trae al mundo el pan de la vida. La Iglesia, el Belén de hoy en día, sigue siendo
el lugar donde los débiles, los desvalidos y los pequeños son acogidos, porque en ella cada uno tiene un lugar reservado. La recolección de estos granos se convierte en la cosecha. La levadura unida se convierte en una fuerza poderosa. Los rayos que se concentran se convierten en una luz que guía y orienta.
En medio de la situación que vivimos de agitación política, de una creciente cultura de la codicia y del abuso de poder, los cristianos, como tantos otros en el Próximo Oriente, sufren persecución y se ven marginados, viviendo con temor ante la violencia y la injusticia. A pesar de todo, no tienen miedo, porque el Pastor camina con ellos, reuniéndolos en un mismo redil y haciendo de ellos un signo de su amor. Unidos, son la levadura que levanta la masa de la hornada. En Cristo encuentran un modelo de humildad y de él escuchan una llamada a superar las divisiones y a permanecer unidos en un solo rebaño. Aunque son pocos, en su sufrimiento siguen los pasos del Cordero que padeció por la salvación del mundo. Aunque pocos, se mantienen firmes en la esperanza, con el Señor nada les falta.
Oración
Buen Pastor, la fragmentación del pequeño rebaño entristece al Espíritu Santo. Perdona nuestra fragilidad y la tardanza en nuestra respuesta a tu voluntad. Concédenos pastores sabios según tu corazón, que reconozcan el pecado de la división, y que conduzcan a nuestras Iglesias con rectitud y santidad hasta la unidad en ti. Te lo pedimos, Señor, escucha nuestra oración. Amén.
DÍA 5. Sábado 22 de enero.
“Y la estrella que habían visto en Oriente los guió” (Mt 2, 9) Guiados por el único Señor
Lecturas
● Ex 13, 17- 14, 4: El Señor caminaba delante de ellos en una columna de nube
● Sal 121: Levanto mis ojos a las montes, ¿de dónde vendrá el auxilio?
● Ap 22, 5-9: Porque el Señor Dios será la luz que alumbre a sus habitantes
● Mt 2, 7-10: Y la estrella que habían visto en Oriente los guió
Reflexión
Una y otra vez las Escrituras nos dicen cómo el Señor camina con su pueblo, lo protege y lo cuida día y noche. Puede que el camino no siempre sea recto: a veces tenemos que desandar nuestros propios pasos, otras veces nos toca regresar por una ruta diferente. Pero en toda nuestra peregrinación por esta vida, podemos estar seguros de que Dios, que "ni duerme ni descansa", cuida de nuestros pasos para que nuestros pies no tropiecen y caigamos.
Incluso en la más absoluta oscuridad la luz de Dios está con nosotros. Su luz brilló por medio de los profetas enviados para guiar a su pueblo por el camino que Dios había establecido y para recordarle la alianza que había hecho con él. Y al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Unigénito, Jesucristo. Él es la luz que guía a todas las naciones, la gloria de Dios manifestada en el mundo, la fuente de la vida divina, que sella una nueva alianza con su sangre.
El camino por el que hemos de seguir avanzando para alcanzar la unión entre nosotros y una unión más estrecha con Cristo, no siempre está claro. En nuestros intentos honestos de construir la unidad entre nosotros es fácil perder de vista este mensaje fundamental de la Escritura: que Dios no abandona a su pueblo a pesar de sus fracasos y divisiones. Este no es solo un mensaje esperanzador para los cristianos, sino también para el mundo entero. Como nos recuerda el relato de los Reyes Magos, Dios guía, con la luz de la estrella, a personas de todo pueblo, raza y nación, al encuentro con Cristo, la luz del mundo.
Con la luz del Espíritu Santo que Dios nos envía se nos permite contemplar con los ojos de la fe la verdad del Niño Dios, y en él descubrimos la llamada a la unidad y a la reconciliación de todas las cosas en Cristo. Es el Espíritu el que nos saca de nuestras oscuridades y de nuestras desdichas y nos inserta en la luz y en la vida de Cristo.
Oración
Oh Señor, Dios Padre nuestro, que enviaste la estrella para guiar a los Reyes Magos al encuentro de tu Unigénito; aumenta en nosotros la esperanza en ti y haznos tomar conciencia de que tú caminas siempre a nuestro lado, cuidando de nosotros. Enséñanos a ser fieles al rumbo que nos marca el Espíritu Santo, por extraño que pueda parecernos, para que así podamos alcanzar la unidad en Jesucristo, luz del mundo. Haz que nuestros ojos se abran a tu Espíritu, y reaviva nuestra fe, para que confesemos que Jesús es Señor, y así lo adoremos y nos llenemos de una inmensa alegría, como los Magos en Belén. Te lo pedimos en el nombre de tu Hijo Jesucristo. Amén.
DÍA 6. Domingo 23 de enero
III Domingo del Tiempo Ordinario.
Domingo de la Palabra de Dios
“Vieron al niño con su madre María y, cayendo de rodillas, lo adoraron” (Mt 2, 11)
Reunidos en adoración al único Señor
Lecturas
● Ex 3, 1-6: Moisés sintió miedo de mirar a Dios y se tapó la cara
● Sal 84. ¡Qué gratas son tus moradas, oh Señor del universo!
● Ap 4, 8-11: Adorar al que vive por siempre
● Mt 28, 16-20: Encontraron a Jesús y lo adoraron
Reflexión
Desde países muy lejanos, los Reyes Magos llegaron a Belén, y al ver al niño con su madre, lo adoraron. Ante la revelación de Dios, sus ojos se desploman y sus rodillas se doblan, del mismo modo en que Moisés se tapó la cara temeroso de mirar a Dios ante la zarza que ardía sin consumirse. También cuando los discípulos encontraron a Cristo resucitado en el monte de Galilea, se sorprendieron y dudaron, y, a pesar de todo, lo adoraron. Igualmente, en la liturgia celeste, los veinticuatro ancianos se postran ante aquel que se sienta en el trono. Es así como respondemos ante la presencia de Dios: contemplando, con estupor y adorando.
¿Realmente lo vemos y lo contemplamos?, ¿nos llenamos de estupor y asombro?, ¿lo adoramos? ¿Cuántas veces vemos sin ver, y nuestros ojos permanecen ciegos ante la presencia de Dios? ¿Cómo
podremos entonces adorar, si no somos capaces de contemplar a Dios? Nuestra mirada es tan estrecha que solo nos permite mirar la confusión de nuestros desacuerdos, olvidando que el único Señor es el que ha derramado su gracia salvífica sobre todos nosotros y que compartimos el mismo Espíritu que nos conduce a la unidad. Frecuentemente nuestro orgullo hace que sigamos nuestras propias leyes y nuestras tradiciones, ignorando así el amor que estamos llamados a compartir como un solo pueblo justificado por la sangre de Cristo, que profesa una misma fe en Jesús, nuestro Salvador.
A medida que el Espíritu Santo revitaliza la comunidad, nuestras Iglesias nos impulsan a caminar juntos hacia el Niño-Dios para adorarlo como un solo pueblo. El Espíritu de compasión nos conduce al encuentro fraterno, y nos guía a todos hacia el que es nuestro único Señor. Solo siguiendo a este guía podremos “adorar en espíritu y verdad”. Nuestro futuro en Dios es un futuro de unidad y amor; y nuestro caminar hacia esta meta debe ser reflejo de la unidad en Cristo.
Oración
Dios Compasivo, que das a los ciegos la posibilidad de reconocerte como a su Salvador, haz que nosotros nos arrepintamos y pidamos perdón. Por tu misericordia, quita las escamas de nuestros ojos y haz que te adoremos como a nuestro Dios y Redentor. En medio de nuestra aflicción y a pesar de la gravedad de nuestros pecados, haz que seamos capaces de amarte con todo nuestro corazón. Guíanos con tu luz en nuestro caminar, con un solo corazón y una sola mente, como los primeros discípulos. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo descienda sobre nosotros, para que juntos te glorifiquemos en la comunión del Espíritu y demos testimonio de ti a todos nuestros hermanos. Amén.
DÍA 7. Lunes 24 de enero
“Sacaron luego los tesoros que llevaban consigo y le ofrecieron oro, incienso y mirra” (Mt 2, 11)
Los dones de la comunión
Lecturas
● Os 6, 1-6: Porque quiero amor y no sacrificio
● Sal 100: Cruzad sus puertas dando gracias, sus atrios con alabanzas
● Hch 3, 1-10: No tengo plata ni oro, pero te daré lo que poseo
● Mt 6, 19-21: Pues donde tengas tu riqueza, allí tendrás también el corazón
Reflexión
En nuestro camino a Belén, la ciudad del pan, podemos ver a los Sabios que peregrinan para adorar al Niño Dios. Al encontrarlo abrieron los cofres de sus tesoros y ofrecieron al rey recién nacido sus dones de oro, incienso y mirra.
Nuestras divisiones históricas, nuestras posturas erróneas consolidadas, reglamentadas y ritualizadas, y nuestra preocupación por asuntos mundanos, han destruido la comunión y nos han distanciado. Podríamos preguntarnos, ¿cuáles son los dones que hemos preparado para ofrecer al rey que viene a iluminar nuestra vida y a traernos el regalo de la unidad? Sabemos que Dios no quiere nuestras riquezas ni nuestras ofrendas vacías, sino que ejerce su poder sirviéndose de nuestra pobreza.: “No tengo plata ni oro”. El Señor desea un corazón apasionado y enamorado: corazones repletos de amor hacia él y hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo de quienes
vivimos separados; corazones de los que manan obras de misericordia; y corazones verdaderamente arrepentidos y deseosos de conversión.
Preparemos para Dios el don de un corazón rebosante de amor. Arrodillarse en adoración requiere un corazón contrito por el pecado que nos divide y obediente al Señor, a quien servimos. Esta obediencia revive, sana y reconcilia todo lo que está roto o herido en nosotros, a nuestro alrededor y entre los cristianos.
Cristo ya le ha otorgado el don de la unidad a su Iglesia. Crecemos en comunión en la medida en que compartimos los dones recibidos en nuestras diversas tradiciones eclesiales, reconociendo que la fuente de todos estos dones es el Señor.
Oración
Toda alabanza, gloria y acción de gracias a ti, oh Dios. Tú te has revelado en la epifanía de tu Hijo al pueblo que esperaba tu venida desde antiguo, y a aquellos que no te esperaban. Tú, Señor, conoces el sufrimiento que nos rodea y el dolor causado por las divisiones. Contemplas este mundo en lucha y ves la penosa situación del Próximo Oriente, el lugar donde escogiste nacer, el lugar santificado por tu presencia. Te pedimos, Señor, que permitas que nuestro corazón y nuestra mente lleguen a conocerte. Y al unirnos a los Reyes Magos en su peregrinación desde tierras lejanas, oramos para que se abran nuestros corazones al amor por los hermanos y hermanas que nos rodean. Concédenos la determinación y los medios para trabajar en la transformación de este mundo, y para estar dispuestos a compartir nuestros dones para crecer en comunión. Regálanos, Señor, tus infinitos dones y bendiciones. Acoge nuestra oración en el nombre de tu Hijo Jesucristo que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo. Amén.
DÍA 8 y último. Martes 25 de enero de 2022 Fiesta de la conversión de san Pablo Apóstol
“Regresaron a su país por otro camino” (Mt 2, 12)
De las rutas usuales de la separación a los nuevos caminos de Dios
Lecturas
● Jr 31, 31-34: Pactaré una nueva alianza con Israel y con Judá
● Sal 16: Tú me muestras el camino de la vida
● Ef 4, 20-23: Dad lugar a la renovación espiritual de vuestra mente
● Mt 11, 25-30: Porque has ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has revelado a los sencillos
Reflexión
No sabemos lo que pensaron los Sabios -expertos en astronomía y travesías- cuando se les advirtió que regresaran por otra ruta. Probablemente quedaran confundidos, pero la misma luz que iluminó su viaje les mostró que había otro camino, otra posibilidad. Estaban llamados a cambiar de dirección.
Nosotros nos sentimos a menudo encorsetados por una determinada manera de hacer las cosas o por nuestra visión particular del mundo. Cuando nos damos cuenta de que estos caminos o “rutas” están cerrados, nos preguntamos cómo actuar y continuar con nuestro viaje. La providencia de Dios siempre sale a nuestro encuentro para mostrarnos que hay otro rumbo posible preparado para nosotros.
Dios está ahí para renovar su alianza y sacarnos de la frustración que experimentamos ante los obstáculos. Solo tenemos que confiar en que el Eterno que nos dio la luz, siempre nos muestra una nueva manera de avanzar cuando nuestros caminos se bloquean. Siempre es posible un nuevo comienzo cuando estamos dispuestos y abiertos a la acción del Espíritu. Como Iglesias, miramos al pasado para encontrar la iluminación necesaria, y miramos al futuro para buscar nuevos senderos por los que la luz del Evangelio siga brillando con una energía renovada, y así podamos acogernos unos a otros como el mismo Cristo nos acoge para mayor gloria de Dios.
Por nuestros antiguos caminos las comunidades cristianas han acabado separadas unas de otras. En los nuevos caminos a los que Dios nos llama, los cristianos han de caminar juntos y descubrirse compañeros de peregrinación. Encontrar estos nuevos caminos exige discernimiento, humildad y coraje. Ahora es el momento de la conversión y la reconciliación.
Oración
Dios misericordioso, tú sales a nuestro encuentro cuando nosotros nos obstinamos en seguir un camino a pesar de saber que está bloqueado, cayendo en la desesperación. Eres el Dios de las promesas renovadas. Te encontramos inventando un nuevo sendero que para nosotros era impensable. Te damos gracias porque continuamente superas nuestras expectativas. Te damos gracias por tu infinita sabiduría que sobrepasa nuestra inteligencia. Te damos gracias porque tus caminos creativos que nos abren a posibilidades imprevistas. Sigue siendo, Señor, nuestro guía cuando en nuestros mapas no encontremos rutas por las que avanzar. Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor, en
la comunión del Espíritu Santo, que una y otra vez nos hace retornar a ti. Amén.
* * *
El Consejo de Iglesias de Próximo Oriente
El Consejo de Iglesias de Próximo Oriente es una fraternidad de Iglesias que comparte una misma fe en el Señor Jesucristo como Dios y Redentor según las Sagradas Escrituras y la Tradición de la Iglesia. El Consejo se fundó en 1974, siendo continuador del Consejo de Iglesias del Cercano Oriente (fundado en 1962). Se trata de un órgano ecuménico regional que reúne a las Iglesias para que ofrezcan un testimonio cristiano común en la región donde Cristo nació, vivió, murió, fue sepultado y resucitó de entre los muertos. Geográficamente, el trabajo del Consejo se extiende desde Irán hasta el Golfo en la zona oriental, y hasta el Mar Mediterráneo y Egipto en la parte occidental. Originalmente estaba formado por tres familias de Iglesias: Iglesias evangélicas, Iglesias ortodoxas orientales e Iglesias ortodoxas bizantinas. En el año 1990, la Iglesia católica se unió al Consejo, añadiendo así una cuarta familia. Estas Iglesias se esfuerzan por cumplir su misión común y hacen presente la unidad para gloria del único Dios.
Misión
Como expresión tangible de la presencia cristiana en la región, la misión del Consejo es trabajar por la unidad de los cristianos buscando la convergencia de las Iglesias en sus puntos vista, perspectivas y actitudes, especialmente en las cuestiones relacionadas con la presencia y el testimonio de los cristianos y
las relaciones entre musulmanes y cristianos. En la actualidad, la misión del Consejo podría describirse así:
Un puente entre las Iglesias, eliminando barreras y prejuicios, y ofreciendo un testimonio común del Señor resucitado. Como órgano ecuménico, el Consejo de Iglesias de Próximo Oriente reúne a la gran mayoría de las Iglesias en Oriente Próximo proporcionándoles un espacio para reunirse, orar, reflexionar, analizar, hablar con una sola voz, actuar y dar testimonio juntos.
Un puente entre cristianos y pueblos de otras religiones de la región, especialmente con los musulmanes. El Consejo refuerza y desarrolla el diálogo y la colaboración con los musulmanes, que ayudan a fortalecer y profundizar en la amistad y la paz entre los pueblos por el bien de la humanidad.
Un puente entre Oriente Próximo y el resto del mundo cristiano. El Consejo busca ser mediador entre las Iglesias de la región y sus hermanos y hermanas en Cristo en otros lugares.
Actualidad ecuménica y desafíos en Próximo Oriente
A pesar de las complejas circunstancias geopolíticas y de los desafíos globales, regionales y locales actuales, el Consejo de Iglesias de Próximo Oriente está decidido a seguir promoviendo la reflexión teológica y ecuménica en Oriente Próximo. Lleva a cabo esta misión principalmente mediante el fortalecimiento de la formación ecuménica, la comunicación y el trabajo en red. El Consejo también desarrolla iniciativas de diálogo y de paz. Por tanto, los objetivos del Consejo
son ecuménicos, humanitarios y de apoyo a los más vulnerables, para que puedan tener cubiertas sus necesidades y derechos básicos. Gracias al prestigio que el Consejo ha ido adquiriendo a lo largo de los años, hoy en día su trabajo cuenta con el apoyo de generosas contribuciones por parte de las Iglesias, así como de parte de otros organismos ecuménicos y globales. El Consejo reconoce el papel clave que han desempeñado estos organismos en la búsqueda y en el desarrollo de sus objetivos, que han tenido como fin la defensa de la dignidad humana y el cuidado de la creación de Dios.
La decisión del Consejo de Iglesias de Próximo Oriente de consolidar el logro ecuménico alcanzado a nivel regional es primordial y tiene el firme compromiso de dar voz a las Iglesias en todos los foros regionales e internacionales. Incluso, al participar en nuevas iniciativas de diálogo que tienen como base un “pacto de ciudadanía”, su tarea engloba una más amplia diversidad, fortaleciendo así la misión apostólica con la aportación constructiva que los cristianos realizan a la sociedad en esta región. Estas iniciativas allanan el camino para un intercambio de perspectivas y valores culturales más allá de las diferencias ideológicas y dogmáticas.
Además, las Iglesias de Oriente Próximo se enfrentan a diversos desafíos que afectan a su vida y su testimonio ecuménico, muchos de los cuales tienen profundas raíces en la historia de la región y de sus tradiciones religiosas y culturales, en las sucesivas crisis económicas y en las luchas de poder geopolítico que siguen afectando a la región. El primer y más significativo desafío actual es la misma continuidad de la presencia cristiana en la región. Desde la Nakba palestina en 1948, los diversos conflictos y el clima
político convulso que se prolongan ya por varias décadas en los países de la región (Líbano, Irak, Irán, Siria y Egipto), han provocado una creciente emigración de la población cristiana, disminuyendo de manera drástica el número de fieles y amenazando la permanencia de la presencia cristiana.
Sin embargo, además de las fases de estancamiento y declive, la larga historia del cristianismo en la región de Oriente Próximo también ha experimentado un resurgir y un renacimiento. Mientras que algunos ponen el énfasis en la disminución de la presencia cristiana en el Oriente Próximo, otros resaltan más la calidad del testimonio y de la vida espiritual que anima a estas comunidades. Estas dos perspectivas no se excluyen mutuamente, sino que están íntimamente relacionadas, ya que la presencia cristiana solo tiene sentido si está al servicio de la misión. La misión principal de los cristianos en esta región está en custodiar, junto a los demás ciudadanos, la diversidad, ya sea a nivel humano, ecuménico o interreligioso, y fomentar la resiliencia en medio de los desafíos comunes que han de afrontar.
En el siglo XXI la dramática historia del Próximo Oriente ha experimentado otro punto de inflexión, especialmente en las dos últimas décadas, en las que se han dado profundos cambios a todos los niveles de la sociedad, que han ido acompañados por el colapso del aparato gubernamental en numerosos países. La región ha sufrido continuos conflictos bélicos, con el consecuente debilitamiento de la economía y del entramado social, con cambios demográficos forzados y la crisis de los sistemas de valores.
El testimonio y la presencia de cristianos en Oriente Próximo se han visto profundamente afectados por esta crisis y estos conflictos que se prolongan en el tiempo. Por ello, se hace cada vez más necesario
que todas las Iglesias involucradas en el movimiento ecuménico y otras organizaciones humanitarias que promueven el desarrollo, sean capaces de hacer un análisis adecuado del contexto actual y las consecuencias de la dramática disminución del número de cristianos. Muchas de las intervenciones occidentales que se llevan a cabo en Próximo Oriente se hacen desde una “perspectiva occidental” descontextualizada, sin responder a lo que Oriente realmente necesita. Estas intervenciones, por ahora, no han tenido suficientemente en cuenta la perspectiva de las Iglesias y del pueblo del Oriente Próximo. Iglesias, individuos y gobiernos cuestionan la viabilidad del testimonio cristiano y, por tanto, del futuro mismo del cristianismo en Próximo Oriente. En consecuencia, las comunidades cristianas están reconsiderando el papel de la Iglesia y sus instituciones.
¿Qué modelo de “pacto de ciudadanía”, de diversidad y convivencia con musulmanes y judíos, pueden ofrecer los cristianos a esta región y a un mundo globalizado? Y, por último, ¿cuál es el papel profético del Consejo de Iglesias de Próximo Oriente para un Oriente Próximo renovado, justo, pacífico y sostenible?
Afrontando los desafíos
Para hacer frente a estos desafíos, el Consejo de Iglesias de Próximo Oriente está poniendo en marcha diferentes líneas de trabajo:
Un esfuerzo por la transformación eclesial y teológica que renueve el ministerio común de las Iglesias haciendo hincapié en el papel vital de los jóvenes y de los desfavorecidos, víctimas de la injusticia social y de la violencia dominante. Las dificultades a las que se enfrentan los jóvenes se ven exacerbadas por internet y las redes sociales, que los lleva a cuestionar su futuro en la región.
Una ampliación de los modelos ya existentes de convivencia, hospitalidad y diversidad religiosa ante una polarización generalizada de las partes. A este respecto, el Consejo se esfuerza en responder a la situación desesperada de los refugiados en la región y salir al encuentro de las necesidades de los migrantes, como de las numerosas empleadas del hogar. El Consejo también trabaja por la restauración de una paz justa y viable para todos. Está particularmente preocupado por la ausencia de una solución duradera y justa para los refugiados palestinos, por la expulsión progresiva y constante de los palestinos de Jerusalén y Cisjordania, y la continua marginación y discriminación de los palestinos en otros países de la región. Este trato injusto degrada la dignidad, los derechos y las posibilidades de una población que ha sido duramente golpeado por años de desplazamiento. En este sentido, el Departamento de Servicios para los Refugiados Palestinos (DSPR) juega un papel relevante.
La mayoría de los representantes de las Iglesias sostiene y alienta la existencia del Consejo de Iglesias de Próximo Oriente como organismo, a pesar de todos los desafíos a los que se enfrenta. Una tarea que cuenta con el apoyo de los teólogos cristianos, las Iglesias y los líderes religiosos de la región, que se esfuerzan por promover la sinergia y la cohesión entre los cristianos. Es por ello que el Consejo sigue trabajando y orando para que la Luz de Cristo brille cada vez más en Oriente.