Queridos diocesanos:
El Papa hace unos días publicaba una carta dirigida al Pueblo de Dios en relación “con el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas… Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables”.
Lectura de la carta del Papa
Os animo en primer lugar a leer la carta del Papa que con dolor, sencillez, humildad y realismo nos hace partícipes de una situación tan dolorosa por la que está pasando la Iglesia en estos momentos. Así subraya: “Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”. No basta con conocer lo acontecido. “Hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura, en un ámbito donde los conflictos, las tensiones y especialmente las víctimas de todo tipo de abuso puedan encontrar una mano tendida que las proteja y rescate de su dolor”.
Exigencias de la solidaridad
Tal solidaridad nos exige, a su vez, denunciar todo aquello que ponga en peligro la integridad de cualquier persona, niños o adultos manteniendo siempre una tolerancia cero al respecto y aprendiendo a mirar donde el Señor mira para estar donde el Señor quiere que estemos. “Para esto ayudará la oración y la penitencia. Invito, escribe el Papa, a todo el santo Pueblo fiel de Dios al ejercicio penitencial de la oración y el ayuno siguiendo el mandato del Señor, que despierte nuestra conciencia, nuestra solidaridad y compromiso con una cultura del cuidado y el “nunca más” a todo tipo y forma de abuso… La penitencia y la oración nos ayudarán a sensibilizar nuestros ojos y nuestro corazón ante el sufrimiento ajeno y a vencer el afán de dominio y posesión que muchas veces se vuelve raíz de estos males. Un ayuno que nos sacuda y nos lleve a comprometernos desde la verdad y la caridad con todos los hombres de buena voluntad y con la sociedad en general para luchar contra cualquier tipo de abuso sexual, de poder y de conciencia”.
Compromiso diocesano
Como le dijimos al papa emérito Benedicto XVI, cuando nos visitó, hoy le decimos al papa Francisco que cuando salga a faenar por los mares del mundo en la gran barca de Pedro, con la valentía evangélica con que lo está haciendo, recuerde que otra pequeña barca estará muy cerca: la de Santiago el Mayor, atenta a cualquier señal que la de Pedro pueda hacernos para ayudarle, como nos dice el relato evangélico. En comunión seguimos echando las redes en el nombre del Señor. Teniendo en cuenta las intenciones del Papa, también quiero invitaros a la oración cada día y al ayuno que como comunidad diocesana fijamos para el viernes 21 de septiembre.
Os saluda con afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.