FERNÁNDEZ LAGO, José, El Apóstol Santiago: amigo, discípulo y testigo de Jesús.
En un momento tan oportuno como este del Año Santo Compostelano en que los peregrinos comienzan a llegar a Santiago después de pasados los meses más difíciles de esta pandemia que todavía nos aqueja, el Canónigo Lectoral de la Catedral y actual Deán, D. José Fernández Lago, nos ha sorprendido con una nueva publicación, muy a tono con las circunstancias en las que vivimos.
Su obra, de la que es editor, aunque se incluya entre las ediciones de la Catedral, consta de una introducción, once capítulos y 190 páginas, entre las cuales se incluye el prólogo, cuyo autor es el también canónigo y Director de la Fundación Catedral, buen conocedor del contenido de la publicación, D. Daniel Lorenzo Santos. Al final de la mayor parte de los capítulos, el autor presenta sus referencias a documentos que justifican las afirmaciones hechas a lo largo de ellos. En los que trata las cuestiones más discutidas, las referencias son más numerosas y más densas.
Después de un primer capítulo dedicado al análisis de la verdadera amistad, a la condición de discípulo y a la de testigo, dedica el segundo capítulo a la llamada de Santiago y a su respuesta, lo que lo constituye en discípulo de Jesús. A través de diversos pasajes de los Evangelios canónicos, se ve que Santiago es, junto a Pedro y a Juan, uno de los discípulos más cercanos a Jesús, pues son los que acompañan al Maestro en los momentos más importantes de su vida. Ello no quiere decir que no le eche en cara a Santiago y Juan, los dos hermanos, su carácter impetuoso. A esos discípulos, a los que se aparece Jesús junto a otros muchos después de su resurrección, les encarga de ser testigos suyos hasta los confines del mundo.
La predicación de Santiago en tierra de gentiles es el objeto del capítulo III. Los datos que ofrece el libro de los Hechos de los Apóstoles sobre Santiago, antes de constatar su muerte, son muy exiguos. El evangelista San Lucas, que presentaba en su Evangelio a Pedro, Santiago y Juan como los tres más cercanos a Jesús, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, también de su autoría, solo señala en momentos de cierta importancia a Pedro y a Juan. ¿Dónde estaba Santiago? La tradición y algunos documentos escritos señalan que había ido a evangelizar muy cerca del lugar considerado entonces como el fin de la tierra. A lo largo de este capítulo, el autor va desgranando testimonios de la evangelización de España, merced a la predicación de Santiago.
En el capítulo IV trata de la muerte y sepultura de Santiago. Como la primera aconteció en Jerusalén, trata a lo largo de esas páginas de la traslación del Apóstol desde Jafa a Santiago, y de las referencias a sus restos, a las excavaciones realizadas en la Catedral, y del lugar en que reposan los restos del referido Apóstol. También se ocupa del descubrimiento del sepulcro en el siglo IX, del comienzo y desarrollo de las peregrinaciones, y del culto que ha ido recibiendo el Apóstol Santiago a lo largo de los siglos.
El capítulo V trata del Jubileo compostelano y de sus precedentes en el Jubileo Bíblico y en el Jubileo Romano. Ve el autor como muy a tono con las circunstancias históricas del momento la concesión de un Jubileo ocasional a Santiago, por parte del Papa Calixto II. No es de extrañar, habiendo sido Arzobispo de Vienne del Delfinado, en la cercana Francia, y teniendo a su hermano Raimundo de Borgoña de Conde de Galicia, que está hoy enterrado en la Capilla de las Reliquias de la Catedral. Trata además del Jubileo estable, en todas las ocasiones en las que el 25 de julio coincide en domingo, lo que fue decidido por Alejandro III y confirmado por otros Papas, siendo lo más destacable lo que afirmó León XIII en la Bula Deus Omnipotens, autentificando las reliquias y exhortando a los creyentes a peregrinar a Santiago.
Los capítulos VI y VIII trata de la peregrinación a Santiago y del sentido que se le da en el Códice Calixtino, y además de lo que significa la peregrinación en tiempos de la pandemia que nos aqueja. También se refiere al sentido alegórico de la mochila, el bordón, la calabaza y la concha, así como a los diversos caminos que conducen a Santiago. Considera además la relación existente entre la peregrinación y la vida cristiana, y en concreto el camino de Santiago como paradigma del camino de la vida.
En el capítulo VII trata de la acogida del peregrino en Santiago. Para ello explica lo que acontece con la Catedral, el Cabildo, la Oficina de Acogida Cristiana al Peregrino, los albergues y la meta de Santiago, donde concluye el camino.
En el capítulo IX se refiere ampliamente a la Catedral de Santiago, lugar que custodia los restos del Apóstol. Después de una breve alusión a la iglesia de Alfonso II el Casto y a la de Alfonso III, indica que la Catedral se comenzó en el año 1075. Alude en seguida a las diversas fachadas y a las plazas que se originan con ellas. A continuación, va analizando de modo sintético los diversos espacios de la catedral: Capilla Mayor, las otras capillas, sacristía, claustro, archivo…, así como el cimborrio y los órganos.
En el capítulo X trata del Pórtico de la Gloria y de su cripta. No solo va señalando los diversos personajes que aparecen en la contrafachada, sino que desarrolla toda la historia de la salvación, que se transmite en los tres arcos de la obra de Mateo, y en el parteluz del mismo autor. El Pórtico de la Gloria es la joya terrena de esa Catedral, y, como estilo, pertenece a la transición del románico al gótico. La obra de Mateo fue culminada en el año 1188.
Finalmente, en el capítulo XI, el autor muestra los contenidos del museo de la Catedral, de acuerdo con la disposición en que hoy se encuentran. Esculturas, pinturas, tapices, biblioteca con sus botafumeiros, Sala Capitular… y otros elementos artísticos, entre los que destaca la reconstrucción del Coro de Mateo, llevada a cabo por los profesores Otero Túñez e Yzquierdo Perrín.
El libro, bien estructurado y bien ilustrado, con fotos de una catedral remozada, es fácilmente legible, pues, a tono con su condición repetidamente demostrada, el autor rehúye el empleo de expresiones que no sean fácilmente comprensibles.
Los ejemplares están a la venta en las librerías religiosas (Egeria, San Pablo y las de la Catedral), al precio de 10 €.
M.J.F.F.