Excmo. Sr. Delegado Regio
Queridos Hermanos en el Episcopado
Queridos Miembros Capitulares Queridas Autoridades
Queridos sacerdotes, Vida Consagrada y laicos Miembros de la Archicofradía del Apóstol Santiago Representantes de las Órdenes militares de Juan de Jerusalén, del Santo Sepulcro y de Santiago Televidentes y Radioyentes Peregrinos
La celebración del martirio del Apóstol Santiago el Mayor, nuestro Patrono, nos recuerda los orígenes apostólicos de nuestra tradición cristiana que ha amparado la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales. Los Apóstoles, anunciando el Evangelio, entablaron un diálogo con los diferentes pueblos y culturas, orientado a sanar las raíces profundas del mal y no sus apariencias. A través de este diálogo que perdura en Compostela, crece la fe en Jesucristo muerto y resucitado para nuestra salvación. La luz de esa fe nos descubre la verdad de Dios y del hombre, y nos motiva a erradicar las causas de las que emergen guerras, odio, terrorismo, y penurias cotidianas. “La verdad más profunda sobre el ser humano es que Dios en su amor, nos ha creado milagrosamente y que luego, al alejarnos de él, no nos ha dado por perdidos, sino que más bien nos ha restablecido y ha restablecido nuestra dignidad de un modo aún más milagroso”. Olvidar la relación con Dios creador y salvador lleva a convertirnos en medida de todas nuestras actuaciones y búsquedas, generando la miopía espiritual y la ceguera humana.
“Creí por eso hablé”. Es importante qué creemos, pero es más importante cómo lo vivimos. La fe en Cristo no se desmarca de las dificultades, sino que permite captar su significado profundo y descubrir cómo Dios orienta misteriosamente el mundo hacía sí, motivando al creyente a hacer de la vida un camino ante sus ojos. En medio del desierto moral, nuestra tarea es adherirnos a Cristo mostrando cómo la vida cristiana se renueva sin cesar cuando vivimos unidos a Él que nos revela el misterio del Dios trinitario, donde está nuestro origen y nuestra meta. “No debemos dejar que se apague la fe en Dios y con ella quede arrastrada la fe en el hombre. Cuando se margina a Dios, se margina al hombre”. La negación implícita o el rechazo explícito de Dios han contribuido a la perplejidad moral en que vivimos. Sin el coraje moral que hace salir del escepticismo, la sociedad no podrá superar los momentos de crisis.
“El que quiera ser el primero ha de ser el último, y el que quiera mandar ha de servir”. La gloria de Dios es que el hombre viva. Esta gloria es entenebrecida por la autosuficiencia del hombre que considera que su realización personal está en proporción a la medida de su poder y de su dominio sobre los demás. En la crisis humanitaria, moral y religiosa de Europa que se encontró a si misma alrededor de la memoria de Santiago, y de España, en el contexto europeo, se percibe la “pérdida de la memoria y de la herencia cristianas, unida a una especie de agnosticismo práctico y de indiferencia religiosa, por lo cual muchos europeos dan la impresión de vivir sin base espiritual y como herederos que han despilfarrado el patrimonio recibido a lo largo de la historia… Aumenta la dificultad de vivir la propia fe en Jesús en un contexto social y cultural en el que el proyecto de vida cristiano se ve continuamente desdeñado y amenazado”2. Revitalizar la tradición cristiana y vivir los valores auténticos que han dado sentido a nuestra vida, nos ayudará por respeto a las personas que sufren y por coherencia evangélica, a asumir con tanta dignidad como fidelidad este momento histórico y a generar un ámbito cultural que no cierre sus ojos a la luz de la fe en medio de tanta sospecha y desconfianza. Las inagotables fuentes del progreso humano son el culto a Dios, la caridad y la misericordia con el prójimo.
El apóstol Santiago bebió el cáliz del Señor, dando testimonio de la resurrección en la que Dios hará justicia a todos los injustamente humillados en la historia. Esta base religiosa nos da el impulso emocional necesario para trabajar por un mundo más justo. No nos faltarán dificultades. Hemos escuchado cómo el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles diciendo: “¿No os habíamos prohibido enseñar en nombre de ese? Pedro y los apóstoles replicaron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. La pretensión de reducir la religión al ámbito privado contradice los principios de una sociedad verdaderamente democrática. “El ejercicio de la libertad religiosa requiere la ausencia de todo tipo de coacción por parte de personas, grupos sociales o del poder público, y que no se obligue a nadie a actuar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella, pública o privadamente, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos”.
“Seamos misericordiosos como el Padre celestial”. “La misericordia es fuente innovadora y motivadora de la justicia social”, y lleva a reconciliarnos, a practicar el derecho, a amar la bondad y a caminar humildemente con Dios para descombrar ese cúmulo de imágenes que cubren la propia miseria, tapada no pocas veces por poses y humos retóricos. En este mundo no estamos como en una sala de espera, aguardando únicamente a que se abra la puerta a la vida eterna. Se nos invita a vivir desde la humildad de Cristo que vino “a dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20, 28). Donde no hay entrega por los demás surgen formas de prepotencia y sumisión impidiendo una auténtica promoción humana integral que conlleva respetar la vida, preocuparse de los ancianos y enfermos y no ser meros espectadores de personas víctimas de cualquier tipo de violencia. La lógica del poder ha de cambiarse por la del servicio, la de la posesión por la del don, la del interés personal por la de la gratuidad. No olvidemos que el encuentro y la acogida del otro se entrecruzan con el encuentro y la acogida de Dios.
Sr. Oferente, con confianza acollo a vosa ofrenda para poñela no Altar. Apóstolo Santiago, asiste e protexe ao Papa Francisco, e á Igrexa que peregrina en España para que nos manteñamos fieis a Cristo ata o remate dos tempos. Encomendo coa túa intercesión a todos os pobos de España, de xeito especial ao pobo galego, ás familias para que vivan a ledicia do amor, animándoas a construír unha sociedade onde se vivan os principios morais e espirituais, garantía dunha sociedade con futuro. Santo Apóstolo, pídoche polos froitos espirituais da Xornada Mundial da Xuventude. Amigo do Señor, lembramos con afecto e na oración a quenes outros anos celebraban esta festa connosco e que o Señor chamou a súa presenza, confiando que gocen xa da felicidade eterna. Ninguén de nós pode esquecer esa sombra de dor que nas vísperas da festa do Apóstolo de hai tres anos extendeuse na cidade polo accidente ferroviario. Intercede polos nosos gobernantes para que saiban entrar nun auténtico diálogo e por todas aquelas persoas que están ofrecendo os seus mellores esforzos para responder ás esixencias do ben común e construír unha sociedade mellor. Co teu patrocinio, Santo Apóstolo, pido que o Señor bendiga ás súas Maxestades e a Familia Real, e tamén á Vosa Excelencia, Sr. Oferente, á súa familia e aos seus colaboradores. “Astro brillante de España, apóstolo Santiago; o teu corpo descansa na paz; a túa gloria perdura entre nós”. Amén.