“Que todos seamos diferentes, es de lo más normal”
Queridos diocesanos:
El 3 de diciembre se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Con él se pretende sensibilizar, concienciar, llamar la atención y hacer visible la problemática de la discapacidad como un asunto importante y pendiente por resolver en las sociedades, también en las consideradas desarrolladas y democráticas como la nuestra. Desde el año pasado, en nuestra Iglesia Diocesana de Santiago de Compostela, celebraremos esta jornada el primer domingo del mes de diciembre, que este año coincidirá con el inicio del tiempo de Adviento.
Significado de este día
Con el lema “Que todos seamos diferentes, es de lo más normal”, la Comisión Diocesana de Pastoral con personas con Discapacidad ha querido poner en evidencia que la normalidad de la vida se encuentra en la diversidad y la diferencia. La discapacidad es un factor de diversidad y pluralidad, y por lo tanto, de enriquecimiento para la Iglesia y para todos y cada uno de sus miembros. Por ello, lo normal y ordinario en la Iglesia y también en la sociedad sería tener presente, acoger y darles el lugar que les corresponde a las personas con discapacidad, pues todavía son muchas las barreras que se lo impiden.
Las personas con otras capacidades nos interpelan y nos piden que les demos cada vez más voz y más presencia. En su diversidad, muestran a la Iglesia la riqueza y grandeza del hombre creado y amado por Dios; y por ello reclaman la creatividad propia de la fe, que debe expresarse en la riqueza de lenguajes y modos de comunicación.
El Adviento: la normalidad del Dios diferente que se hace igual al hombre
Como cristianos sabemos que sin las personas con discapacidad, en la Iglesia y en nuestra pastoral faltarían los que Jesús ha considerado como los primeros. En efecto, nos recuerdan y enseñan a ser como lo es Dios, que siempre se preocupó de los más pequeños, de los últimos, de los que más necesitados y desfavorecidos. Todos los cristianos, por lo tanto, deberíamos esforzarnos en hacer realidad la parábola de Jesús sobre los invitados al banquete de una boda que se sientan en los primeros puestos: colocar en el primer puesto a los últimos (Lc 14, 8).
Ésta que es la normalidad de Dios, es también el mensaje del tiempo de Adviento que comenzamos. Nos preparamos para acoger el misterio de la grandeza e inmensidad de Dios, que siendo distinto a nosotros, se hace hombre como nosotros y por nosotros, en la pequeñez de un niño. El Día diocesano de las personas con discapacidad nos ayudará, por tanto, a entrar de manera determinante en esta dinámica del Adviento: Dios, para comunicarse a los hombres y entrar en comunión con ellos, para hacerse prójimo de los hombres, rompe la distancia y la diversidad propia que existe entre el Creador y su criatura predilecta, el hombre, encarnándose y haciéndose hombre.
Durante este precioso tiempo que comenzamos, tendremos la oportunidad de comprobar como todo el Adviento está impregnado de esta dinámica: la Virgen Madre ensalza la grandeza de Dios, que se ha fijado en su pequeñez (Lc 1, 48); en Belén, la más pequeña de entre las ciudades de Judá, nace Dios (Mt 2, 6); tras su nacimiento, en la presentación en el templo, Jesús es recibido como el Mesías de Dios por un ciego y una viuda, ambos ancianos (Lc 2, 8); y Juan el Bautista, a los pies del Jordán, reconoce su indignidad ante Jesús Mesías, que se presenta para ser bautizado (Mt 3, 13).
Os animo a todos a que conmemoremos en nuestra Diócesis este Día diocesano de las personas con discapacidad como un evento de fe, que no nos puede dejar indiferentes, y que nos ayudará a comenzar y a vivir nuestro camino diocesano y personal del Adviento.
Os saluda con afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.