Queridos diocesanos: Llegamos este año a la 26 Jornada Interparroquial de solidaridad con los Parados. Agradezco el esfuerzo y sensibilidad de tantas personas no ajenas a este compromiso en nuestra sociedad. El papa Francisco frecuentemente habla del desempleo, uno de los problemas más graves y dolorosos para aquellos que han perdido el empleo y para quienes es muy difícil reinsertarse nuevamente en el ámbito laboral. Situación ésta más complicada todavía para los jóvenes. No es una cuestión menor porque esta realidad afecta a la dignidad de la persona y no considero fácil la solución a este problema pero ciertamente estaríamos en el camino de encontrarla si fuéramos capaces de poner a las personas en el corazón, buscando que no prevaleciera la especulación de quienes sólo miran a sus propios intereses sin tomar conciencia del bien común. Es urgente responder a las personas y a las familias que están padeciendo esta situación, impulsando el desarrollo personal y espiritual, y haciendo frente además a las necesidades de las mismas. El camino es la solidaridad y la inquietud humanista que deben tejer los hilos del tapiz de nuestra sociedad. «La política más eficaz para lograr la integración y la cohesión social es, ciertamente, la creación de empleo. Pero para que el trabajo sirva para realizar a la persona, además de satisfacer sus necesidades básicas, ha de ser un trabajo digno y estable? Un empleo digno nos permite desarrollar los propios talentos, nos facilita su encuentro con otros y nos aporta autoestima y reconocimiento social»1. Esto exige poder ofertar trabajo a la persona para que pueda tener una vida digna, y llevar el pan a su casa. «El trabajo debería ser el ámbito de este múltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego muchas dimensiones de la vida: la creatividad, la proyección del futuro, el desarrollo de capacidades, el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una actitud de adoración»2. El papa Francisco afirma que «en este sentido, ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo»3. La Doctrina social de la Iglesia recuerda los principios fundamentales de actuación como son: la dignidad inviolable de la persona humana, el destino universal de los bienes de la creación, la participación de todos en la búsqueda de bien común, y la solidaridad. Comparto los sentimientos de tantas familias cuyos miembros están en paro y rezo por ellas. Os saluda y bendice en el Señor, + Julián Barrio Barrio, Arzobispo de Santiago de Compostela.
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