Abramos la ventana de la esperanza
Queridos diocesanos:
Ante la celebración del Día de la Iglesia Diocesana, el domingo 8 de noviembre, pido al Señor, en primer lugar, que todos vosotros y vuestras familias os encontréis bien.
En este año tan complicado que todos estamos viviendo, tiene especial importancia para nosotros la celebración del Día de la Iglesia Diocesana que, evidentemente, no podemos reducir a un día porque se trata más de una forma de vivir nuestro pertenecer a la Iglesia que la celebración de una jornada. Es una nueva ocasión para tomar conciencia de nuestra pertenencia a esta Diócesis compostelana, que vive en comunión con toda la Iglesia universal, y para darnos cuenta de que todos los cristianos formamos una gran familia, en la que la alegría de un miembro es la alegría de todos y los sufrimientos del otro son nuestros sufrimientos.
En estos últimos años venimos haciendo especial hincapié en cuatro aspectos que concretan nuestra participación y colaboración, apoyados en un sentido de pertenencia a la Iglesia, como miembros de la familia de los hijos de Dios. Compartir nuestro tiempo y nuestras cualidades, rezar unos por otros como miembros de la comunidad cristiana y por los que no pertenecen a ella, y nuestro apoyo económico son los pilares en los que apoyarnos para el sostenimiento de la Iglesia que no se reduce sólo al aspecto económico, sino que lo trasciende en su realidad pastoral y evangelizadora. Si nos ayudamos unos a otros, creceremos juntos.
Este año en la celebración el Día de la Iglesia Diocesana, 8 de noviembre, el domingo anterior a la Jornada Mundial de los Pobres convocada por el papa Francisco, se nos recuerda que somos una gran familia, la familia de los hijos de Dios, que está abierta a todos, especialmente a los más necesitados. Por eso, somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo. Con tu tiempo, tus cualidades, tu apoyo económico y tu oración somos Iglesia.
Es una llamada a la responsabilidad, a no sentirnos excluidos de las tareas que tiene ante sí nuestra familia diocesana. Como toda familia tenemos muchas necesidades, también económicas, que sacaremos adelante entre todos, con la colaboración generosa de cada uno, que os agradezco de todo corazón. Os invito a seguir colaborando humana y económicamente en las muchas tareas y servicios que realizamos entre todos en la Iglesia diocesana.
Con el patrocinio del Apóstol Santiago el Mayor y la ayuda de nuestra Madre, Santa María, Dios no dejará de bendecirnos con gracias abundantes en este Año Santo que tenemos por delante.
Con mi afectuoso saludo y bendición.
+ Julián Barrio Barrio.
Arzobispo de Santiago de Compostela.