“Presencia del Señor hasta el fin de los tiempos”
Queridos diocesanos:
En la solemnidad del Corpus Christi la Iglesia celebra su misterio más querido: la Eucaristía, fuente y cima de toda vida cristiana. En ella “se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo en persona, nuestra pascua y pan vivo, que, por su carne vivificada y vivificante por el Espíritu Santo, da vida a los hombres, que de esta manera son invitados y estimulados a ofrecerse a sí mismos, sus trabajos y las cosas creadas, juntamente con él” 1.
La Eucaristía, memorial y presencia
La Iglesia como una gran familia se reúne en torno a la mesa del altar y el pan que el Señor nos da es su carne para nuestra vida y la del mundo. También hoy como el más pequeño de las familias hebreas cuando se reunían para celebrar la cena pascual, le preguntamos al Señor qué significa este misterio. A esta pregunta el Señor nos responde a través de San Pablo cuando hablando de una tradición que procede del Señor y que él nos trasmite, nos dice: “Cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva” (1Cor 11,26). “Haced esto en memoria mía”. La Eucaristía es memoria del Señor y de la salvación realizada con su muerte y resurrección pero a la vez es presencia suya real sobre el altar, misteriosa y velada con la que estuvo presente en la cruz en el Calvario. Nosotros estábamos allí aquel día en que nos hizo pasar “de la esclavitud a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida”2.
La Eucaristía, alimento del pueblo peregrino
La multiplicación de los panes en el desierto, símbolo y profecía de la Eucaristía pone ante nuestra consideración el aspecto existencial que más se acerca a nuestra condición humana. “La Eucaristía es también el pan que sostiene a cuantos peregrinamos en este mundo como lo fue para Elías en el camino hacia el monte Horeb. ¡Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura! Los signos elegidos por el Señor, el pan y el vino, denotan el carácter de la Eucaristía estrechamente vinculado a nuestra vida espiritual como lo es la comida y bebida materiales para nuestro cuerpo. El mismo Cristo lo anunció así: Si no coméis mi Carne y no bebéis mi Sangre no tenéis vida en vosotros; el que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene la vida eterna (Jn 6,54-55). La Eucaristía es invitación a todos los que están cansados y agobiados o tienen hambre y sed de salvación, en cualquier necesidad de bienes básicos para vivir, de salud y de consuelo, de justicia y de libertad, de fortaleza y de esperanza, de misericordia y de perdón. Por esto, es alimento que nutre y fortalece tanto al niño y al joven que se inician en la vida cristiana como al adulto que experimenta su propia debilidad, y de modo singular es viático para quienes están a punto de dejar este mundo”3.
Día de la Caridad
Participar en la Eucaristía exige unas actitudes y comportamientos personales y comunitarios como “el servicio a los pobres y el testimonio de la caridad fraterna, la promoción y la defensa de la vida humana, el cuidado de los enfermos y de los ancianos, la acogida de los marginados y de los inmigrantes, la cercanía hacia las víctimas de la violencia, el rechazo de toda forma de malos tratos contra las personas y de atentados contra los bienes de uso social, el respeto de los derechos humanos, la creación de empleo, la promoción de una vivienda digna, el trabajo por la justicia y la búsqueda de la paz”4.
En esta conciencia la Iglesia en España hace coincidir con la solemnidad del Corpus el Día de la Caridad. Como pueblo que peregrina hacia Dios, como nos lo recuerda la celebración del Año Santo Compostelano, la acción caritativa ha de realizarse en la Iglesia, con la Iglesia y al servicio de la Iglesia, “que sin dejar de gozarse con las iniciativas de los demás, reivindica para si las obras de caridad como deber y derecho propio que no puede enajenar”5. Quien ha acogido el amor de Dios, siente la necesidad de manifestarlo a través de sus obras. Por eso, “quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien”6.
Agradeciéndoos vuestra generosa colaboración económica con Cáritas para ayudar a los necesitados, os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.